En el sur de Asia, región en la que viven más de la cuarta parte de los niños del mundo, muere una persona de COVID cada 17 segundos y se teme que aumenten gravemente los fallecimientos de menores y sus madres por esta u otras causas, alertó hoy el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef).
En Asia Meridional, durante la primera ola de la pandemia murieron alrededor de 228.000 niños y 11.000 madres debido a las perturbaciones en servicios esenciales de salud tales como vacunaciones rutinarias, cuidados durante el embarazo y el parto o tratamientos de neumonía y malnutrición.
Unicef advirtió de que la ola de la pandemia actual en la región es cuatro veces mayor que la primera, por lo que las consecuencias en la infancia y la maternidad podrían ser aún más devastadoras.
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La región, formada por la India, Pakistán, Bangladesh, Afganistán, Sri Lanka, Nepal, Bután y Maldivas, alberga a casi 2.000 millones de personas y representa actualmente la mitad de las nuevas infecciones en todo el mundo, con tres nuevos contagios cada segundo.
“Los niños son testigos del sufrimiento de sus seres queridos y se están convirtiendo en huérfanos, perdiendo a sus padres y cuidadores”, afirmó el director regional para el sur de Asia de Unicef, George Laryea-Adjei.
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Las familias de los pacientes están llevando oxígeno a los hospitales, arriesgando su propia vida, para salvar a sus seres queridos, según Unicef.
Además, la región se enfrenta a una posibilidad real de que los sistemas de salud colapsen, ya que ahora mismo muchos sanitarios trabajan 16 horas diarias y no pueden atender individualmente a todos los pacientes.
En el distrito de Banke, en Nepal, uno de los países más golpeados, hay enfermeras que tratan a 20 pacientes críticos ellas solas, informó Unicef. EFE