Túnez celebra el Aid, entre los dictados del mercado y de la tecnología

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Cerca de un millón y medio de corderos serán sacrificados hoy en Túnez durante la fiesta del Eid al Adha, conocida como la fiesta del sacrificio, la más importante para los musulmanes. Una festividad religiosa que, como cualquier otra, no escapa a los dictados del mercado ni de la tecnología.

Con ayuda de los vecinos del barrio, Azzedine Ben Nasr saca del maletero el cordero que acaba de comprar de una granja cercana, bajo la atenta mirada de sus nietas que esperan al nuevo miembro de la familia, al menos durante las próximas horas.

“La religión exige sacrificar a un macho, que tenga más de un año y buena salud pero no es una obligación como lo es la oración o el ayuno durante el mes sagrado de ramadán”, explica este enfermero jubilado, originario de la ciudad costera de Mahdia, mientras arrastra al animal hasta el patio de la vivienda.

Una sacrificio religioso pero también un esfuerzo económico. Para adquirir esta pieza de 40 kilos, la familia Ben Nasr ha invertido 500 dinares, cerca de 160 euros, un importe que supera el salario mínimo.

“Sólo deben hacerlo aquellos que puedan permitírselo, no se puede pedir dinero prestado”, subraya. Por ello, según la sunna, que recoge los dichos y hechos del Profeta, un tercio de la carne debe destinarse a los más necesitados. Un precepto que apenas se aplica, según muchos, al haberse convertido en un producto de “lujo”.

Para evitar la especulación y compensar el frágil poder adquisitivo de los tunecinos, el gobierno ha fijado el precio de venta este año en 12 dinares (4 euros) el kilo, el doble desde la llamada “Revolución de los Jazmines”, que puso fin en 2011 a las dos décadas de dictadura de Zinedin el Abidin Ben Ali. EFE