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El anime vive una nueva época dorada gracias a las multinacionales de “streaming”, que han sacado a esta industria cultural nipona de sus horas bajas llevando sus exóticas series y películas a todos los rincones del planeta; tras cautivar durante décadas a generaciones de espectadores con series televisadas en distintos países como “Mazinger Z”, “Dragon Ball”, “Doraemon” o “Shin-chan”, la animación japonesa ha encontrado en webs como Netflix un filón para llegar a más audiencias que nunca justo cuando su modelo de negocio estaba en entredicho.
El anime ha vivido tradicionalmente del mercado nipón al margen de producciones puntuales vendidas al extranjero, pero en la primera década del siglo XXI su facturación se estancó a raíz del declive demográfico de Japón y de la caída de los ingresos por televisión y vídeo doméstico.
“Crear una serie de anime cuesta muchísimo tiempo y dinero”, destaca en declaraciones a Efe el experto Ryusuke Hikawa, quien señala que el presupuesto promedio por una temporada típica de 13 episodios ronda los 200 millones de yenes (1,6 millones de euros).
Este coste se solía cubrir con las emisiones televisivas que servían, sobre todo, como “anuncios extendidos” para vender temporadas completas de las series o versiones extendidas en VHS, DVD o Blu-Ray y diversos productos de mercadotecnia, señala este investigador y crítico de anime.
Pero las ventas de formatos físicos se hundieron con la irrupción de internet y de los “smartphones”, que abrían una ventana a esos mismos contenidos -en ocasiones de forma gratuita e ilícita-, y los estudios comenzaron a buscar nuevas vías para sobrevivir, por ejemplo, organizando todo tipo de eventos dirigidos a los fans.
Pese al escenario desfavorable, desde 2010 los ingresos del sector nipón de la animación han escalado de forma sostenida hasta alcanzar la cifra récord de 2,18 billones de yenes (18.158 millones de euros) en 2018.
En ese año y en el anterior, las ventas al extranjero se dispararon hasta sobrepasar por primera vez al mercado doméstico y rebasar la mitad de la facturación total, según el último informe de la Asociación Japonesa de Anime (AJA).
El principal motor del cambio es la creciente demanda para distribuir contenidos en línea proveniente de China y de multinacionales de “streaming” como Netflix y Crunchyroll, señaló en una entrevista con Efe el vicedirector de negocios de AJA, Hiromichi Masuda.
“No queríamos depender tanto de las ventas en el extranjero, pero muchas obras han tenido salida comercial en otros países de forma automática”, afirma Masuda, quien añade que la calidad de algunas producciones de los últimos años ha sido otro factor determinante.
Y es que la industria nipona volvió a fabricar éxitos globales en la pasada década como el filme “Your Name” (2016), el más taquillero de la historia del anime con una facturación global de 360 millones de dólares (325 millones de euros), desbancando al clásico de Studio Ghibli y ganador del Óscar “El Viaje de Chihiro” (2001). EFE