Tras una de las peores sequías de su historia, la turística ciudad de Santa Marta, sufre los estragos de las lluvias, un ciclo que se repite en otras zonas de Latinoamérica y que el Caribe intenta superar invirtiendo en rescatar las cuencas hídricas.
“Estuvo lloviendo lo que no había llovido en años”, afirma entre preocupación y alivio Vicente, empleado de uno de los exclusivos hoteles del sector de Bello Horizonte de Santa Marta, al recordar cómo un reciente aguacero de dos horas inundó la ciudad.
Los chubascos llegaron después de una prolongada sequía provocada por el fenómeno de El Niño en 2015, cuando incluso tuvieron que llevar el agua a la ciudad en carrotanques y cerrar el turístico Parque Tayrona para racionar el líquido.
Por eso muchos habitantes reciben aliviados las precipitaciones en la ciudad, que tiene graves problemas de alcantarillado y cuyos acueductos, desabastecidos por varios meses, se alimentan de los ríos que nacen de la Sierra Nevada, explicó a Efe Alejandro Calvache, de la ONG medioambiental The Nature Conservancy (TNC).
Para Lucas Echeverri, de la fundación ProSierra, el problema es “que se está acabando con ese ecosistema”, la mayor montaña del mundo frente al mar y que es conocida como la “fábrica de agua” del Caribe, reporta Efe.
“Queman y tumban arboles de la Sierra Nevada y se olvidan que esta es la fuente de agua y el controlador del clima del Caribe”, lamentó al señalar un área reseca de unos pocos metros cuadrados en medio del macizo, talada para fracasados intentos de cultivo, porque “gran parte del suelo no es apto” para la siembra.
“A la Sierra la están arrasando”, advirtió Echeverri, partidario de dar opciones de economía sostenible a los habitantes de la zona, en su mayoría indígenas.