En su puesta de largo como local el Real Madrid volvió a las andadas, al retorno al pasado más reciente, el que le marginó de los éxitos y le sumió en una de las temporadas más críticas de su historia, tras dejarse dos puntos en la visita del Valladolid (1-1).
Le bastó con poco al conjunto de Pucela para dar con el premio en Madrid ante un rival al que le falta pegada, verticalidad y al que aún le tiemblan las piernas ante el mínimo contratiempo después del curso anterior.
Tuvo el partido ganado, con el gol de Benzema a ocho del cierre. Pero no lo supo gestionar y fue víctima de sus errores individuales. Sergi Guardiola devolvió los fantasmas al Bernabeu.
Y eso que Zinedine Zidane cargó de alicientes la puesta en escena del equipo en el estadio Santiago Bernabeu tras la alentadora pinta de Vigo. Desprovisto en su citación de los refuerzos incorporados por el club, en vía de recuperación de sus lesiones (Eden Hazard o Mendy), el preparador francés acentuó su apuesta en la vieja guardia y en poner en el escaparate a los ‘indultados’.
Gareth Bale y James Rodríguez son el ejemplo más claro. Si hace una semana, en Balaídos, fue el galés el que respondió a la confianza de un técnico que le había mostrado la puerta de la salida tiempo atrás, en esta ocasión fue el colombiano el bendecido por el golpe de timón dado por el galo. EFE