Las temperaturas bajo cero y el riesgo de huir de zonas asediadas en Ucrania por las tropas rusas redujo los flujos de llegada a la frontera polaca, pero las autoridades municipales piden a Europa ayuda y cooperación porque los bombardeos cerca de Polonia causarán nuevas olas de refugiados.
El polaco Wladyslaw Ortyl, miembro del Comité Europeo de las Regiones y presidente del gobierno regional de Subcarpacia (Podkarpackie), defendió, en una entrevista con Efe, la necesidad de crear una base de datos centralizada que recoja las ofertas específicas para la acogida de refugiados por parte de cada municipio europeo, y no a nivel “país”.
Subcarpacia y Lublin son actualmente regiones de tránsito: acogen a los refugiados (principalmente madres con niños), les proporcionan productos básicos y asistencia médica, y después son trasladados al interior del país, donde pueden quedarse o continuar hacia otro destino en transporte ferroviario gratuito, o con ayuda de voluntarios con furgonetas que se acercan hasta Polonia, donde han llegado 1,74 millones de refugiados, según informaron hoy las autoridades locales.
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Lo que se necesita de las diferentes regiones europeas interesadas en acoger a los ucranianos que huyen de la guerra desde el 24 de febrero, dice Ortyl, es que anuncien su oferta y organicen lugares donde estos refugiados puedan permanecer un largo periodo, así como el transporte que los lleve a su destino final porque los centros de recepción establecidos en ciudades cerca de la frontera son para una parada temporal de descanso.
“Debemos tener en cuenta el hecho de que estas personas podrían permanecer más tiempo en la Unión Europea del que ellos mismos tienen previsto, quizás meses o años, porque incluso si la guerra termina pronto -digamos hoy o en un futuro cercano- el problema es que tampoco pueden regresar a un país y un hogar que están destruidos”, explicó Ortyl, en una visita en el paso fronterizo de Korczowa-Krakovets, entre Polonia y Ucrania.
Asegura que el pico de la primera ola de refugiados ya llegó a su fin este fin de semana, y que las autoridades municipales “lo han podido gestionar sin ningún problema” y con ayuda de miles de voluntarios polacos y de otros países, pero advirtió de que “la próxima ola de refugiados puede traer problemas” si todos los que llegan quieren quedarse en los municipios más cercanos a la frontera con esperanzas de poder volver a su casa cuanto antes.
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“Nuestras posibilidades no son ilimitadas, por eso necesitamos la ayuda de otros países europeos. Gestionar otras olas de refugiados puede ser más difícil que esta primera y puede que necesitemos ayuda”, agregó Ortyl.
La llegada este fin de semana de refugiados ucranianos a la frontera a pie y en coches ha sido mucho más reducida que en las dos primeras semanas posteriores, lo que -según diferentes fuentes oficiales- se debe tanto a las bajas temperaturas (hasta 12 grados bajo cero) en la región, como a la difusión de rumores sobre el riesgo vital durante su trayecto hacia la frontera debido a los ataques rusos.
Una reducción no ha supuesto tampoco la paralización de llegadas: Polonia sigue recibiendo trenes desde Kiev y Leópolis llenos de personas mayores, mujeres, niños y mascotas, arrastrando todas las maletas posibles.
Las autoridades municipales polacas esperan una nueva ola de refugiados esta misma semana, después de que el domingo las tropas rusas bombardearan con misiles una base militar de Ucrania, a escasos 20 kilómetros de Polonia, un país aliado de la OTAN.
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El alcalde de la ciudad de Jarosław, Stanisław Klopot, recordó que Polonia no tiene “campos de refugiados” como los que se vieron en países vecinos de Siria desde 2011, o los de Grecia o Turquía, sino que “en la frontera polaca hay gente esperando para recoger a sus familiares, o autobuses para trasladar a los refugiados a otros puntos del país, y desde ahí se les redirige a otros destinos”.
“La gente de Europa y Polonia tiene que ayudar. Con esto no estamos diciendo que nos queremos deshacer de los refugiados, pero tenemos que hacer lo posible para darles un lugar en el que vivir”, señaló Klopot.
Durante la primera ola de llegadas, hasta 15.000 personas cruzaron el paso de Korczowa cada día, además de 16.000 vehículos y 1.000 autobuses diarios que sacaban a los refugiados de Ucrania hacia Polonia.
A pesar de que la situación no hubiera supuesto hasta ahora una crisis para Polonia, Zenon Swatek, alcalde de Lubaczów, subrayó que se “necesita una gestión más centralizada de la situación porque la gente tiene miedo, no sabe a dónde ir y quiere tener la sensación de seguridad, de que estarán a salvo cuando salgan de Polonia”, añade.