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Nueve meses después de comenzar la pandemia de la Covid-19 que ha desatado la peor crisis del siglo, se acumulan las evidencias científicas que ha logrado una investigación sin precedentes, pero la ciencia y la tecnología escudriñan todavía numerosos aspectos desconocidos sobre el coronavirus y sus efectos.
Es mucho lo que ya se sabe, pero mucho también lo que queda por descubrir, y como objetivo principal el desarrollo de una vacuna, y varios “candidatos” han superado ya las pruebas preclínicas (en animales) y han pasado ya a los ensayos clínicos de seguridad y eficacia en humanos.
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Pero es la investigación la que ha dejado también constancia de que las experiencias anteriores en el desarrollo de vacunas contra otros virus (como el SARS-CoV o el MERS-CoV, muy similares al SARS-CoV-2) revelaron los potenciales efectos dañinos no deseados en el sistema inmune, por lo que son necesarias pruebas concluyentes y exhaustivas antes del lanzamiento de una vacuna global.
Cincuenta investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas español han revisado la literatura científica que se ha generado durante la pandemia para radiografiar las evidencias científicas que ya se han demostrado y cuáles son las principales líneas de investigación que se siguen para combatir y frenar esta crisis.
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Certeza: como otros coronavirus humanos, el reservorio de este virus son los murciélagos y de estos saltó a un animal “intermediario” (todo apunta al pangolín) para llegar a la especie humana.
Reto científico: conocer en profundidad la ecología de las enfermedades infecciosas emergentes, en especial aquellas en las que los animales pueden ser reservorio de virus (vertebrados como los murciélagos) o vectores de su transmisión (los mosquitos).
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Entre el cúmulo de evidencias, los científicos han corroborado que no existen alimentos ni complementos alimenticios que prevengan, traten o curen la infección por Covid-19 y que no puede haber en el mercado ningún producto con tales declaraciones. EFE