Por: Ronal F. Rodríguez
Se suele pensar que la relación entre el nuevo presidente de los colombianos, Gustavo Petro, con el gobierno de Nicolás Maduro, como detentador del poder real del Estado venezolano, será armónica y amigable, que las “afinidades” ideológicas y las viejas “simpatías” facilitarán la retoma de las relaciones bilaterales colombo-venezolanas, pero la relación con el régimen de Maduro es más compleja, pasa por retomar la relación comercial en la frontera de Norte de Santander-Táchira; la recuperación de las relaciones consulares; el establecimiento de una nueva relación diplomática; la resolución del tema de la empresa Monómeros; y la competencia por el liderazgo regional y la proyección en Suramérica entre una izquierda progresista, que representa Petro, contra una izquierda autoritaria, que encarna Nicolás Maduro.
Más temprano que tarde el temperamento de los gobernantes complejizará el proceso de recuperación de la relación bilateral, por un lado, el presidente Petro buscará resultados concretos sobre todo en materia comercial, la recuperación económica del oriente del país es fundamental. Se estima que una reactivación del comercio entre Norte de Santander-Táchira podría llegar a dinamizar el comercio bilateral hasta los 4.000 millones de dólares entre el tercer y cuarto año del gobierno de nuevo presidente según estimaciones de la Cámara de Comercio Colombo-venezolana, 10 veces el comercio entre los dos países el año pasado.
Del otro lado, Maduro más interesado en lo simbólico, querrá hacer una puesta en escena con la retórica discursiva de la Revolución Bolivariana, hacer alardes de la “victoria” del chavismo frente al cerco diplomático y las sanciones de la comunidad internacional, buscará afanosamente el reconocimiento del Estado colombiano como el gobernante “legítimo” de Venezuela y el desmonte absoluto del gobierno interino y su representación en Colombia.
La incongruencia del régimen venezolano con su realidad y la arrogancia de sus negociadores complejizarán rápidamente la relación, formalmente se darán abrazos y evocarán los lazos de hermandad entre los dos Estados, se repetirá hasta la saciedad que lo sucedido durante la administración Duque nunca se repetirá, pero por debajo de la mesa las cosas serán más complicadas. Colombia querrá avanzar en asuntos concretos: inversión en la infraestructura bilateral, seguridad jurídica, reglas arancelarias y fitosanitarias claras, atención consular con capacidad real a la dimensión de la diáspora venezolana en Colombia y corresponsabilidad en el abordaje de la zona de frontera.
Poco a poco la sevicia o incapacidad venezolana socavará el dinamismo que se busca en la relación, particularmente es poco probable que el gobierno de Venezuela pueda o quiera asumir la responsabilidad en materia consular que demanda la diáspora venezolana en Colombia, más de 2,3 millones de ciudadanos venezolanos que solicitan servicios que van desde la expedición de pasaportes hasta su eventual participación en las elecciones presidenciales de 2024, aproximadamente el 70% de los venezolanos en Colombia tienen edad para participar en las próximas elecciones. Es importante recordar que el gobierno de Maduro niega la crisis migratoria que causó la emergencia humanitaria compleja, y no está interesado en la participación de su electorado en el exterior.
Venezuela cambió, ya no tiene el poder de la diplomacia petrolera, su capacidad de incidencia en escenarios multilaterales se ha limitado sensiblemente, su ausencia en escenarios regionales y hemisféricos lo ha excluido de los debates, sus incumplimientos a los acuerdos con los países del Caribe le han restado aliados, su incapacidad de pagar los compromisos económicos ha limitado hasta su participación en la Organización de las Naciones Unidas y la alta dependencia a potencias extracontinentales limitan ostensiblemente su autonomía. Pero a pesar de todo lo anterior, el gobierno de Nicolás Maduro buscará una negociación firme con el Estado colombiano, priorizará sus intereses y querrá imponerse en la relación con Colombia. El presidente Petro deberá administrar con habilidad y serenidad esta compleja relación.
Apéndice: Se recomienda el episodio homónimo a la presente columna del podcast “Esto no es una frontera esto es un río” del Observatorio de Venezuela, disponible desde el lunes 18 de julio a las 11h aquí.
[1] Vocero e investigador del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario y Coordinador de la Bitácora Migratoria del Observatorio y la Fundación Konrad Adenauer.