Foto: EFE
El asesinato de tres personas en la región del Catatumbo, una de las más convulsas del país, pone de nuevo en el mapa de las masacres a esa zona fronteriza con Venezuela, sojuzgada por la violencia de los grupos armados.
Las víctimas fueron asesinadas a tiros el martes en una zona rural del municipio de Ábrego, en el departamento de Norte de Santander, y sus cuerpos encontrados apilados al borde de la carretera que conduce al caserío de Capitanlargo.
Esa fue la octava masacre perpetrada en las dos últimas semanas, matanzas que han acabado con la vida de 40 personas en zonas azotadas por la violencia de Arauca, Nariño, Valle del Cauca, Antioquia, Cauca y Norte de Santander.
Los asesinatos en el Catatumbo hacen parte del recrudecimiento de la violencia por la confrontación entre grupos armados, y según lo informado por el Ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, el responsable de estos asesinatos es la guerrilla del ELN.
La disputa por el territorio, un corredor estratégico para las bandas dedicadas a las economías ilícitas, pone en peligro la vida de más de 250.000 personas de la región que son obligadas a desplazare en algunos casos, o quedan bajo el fuego cruzado o atrapadas en sus casas por los “paros armados” que hacen ambas guerrillas para mostrar quién tiene más poder.
En esa guerra también se enfrentan organizaciones criminales y grupos paramilitares como los Rastrojos, el Clan del Golfo o la disidencia del Frente 33 de las FARC.
“Detrás de este desbordamiento de violencia hay un resurgimiento de actos atroces y también de actores que hemos relacionado ligados al paramilitarismo y al narcotráfico en zona de alto control de la fuerza pública que es lo que más nos llama la atención”, dijo por teléfono a Efe desde Norte de Santander el director de la Fundación Progresar, Wilfredo Cañizares. Efe