Sharlene fue asesinada en abril de 1993, hace 26 años, cuando un depredador drogado la asaltó en un cajero automático en Australia
La historia bien podría inspirar un guión de película. Pues un hombre asesina a puñaladas a una madre de apenas 22 años, cumple su condena en prisión, y luego termina siendo amigo de la hija de su víctima, que ya creció y formó su propia familia.
Sharlene fue asesinada en abril de 1993, hace 26 años, cuando un depredador drogado la asaltó en un cajero automático en Australia.
El responsable se llama Jason Clark, y se encontraba bajo los efectos de metanfetamina. La apuñaló mientras buscaba recuperar el dinero perdido de las drogas. La víctima murió a causa de sus heridas ese mismo día, y dejó una hija de poco más de un año.
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Condena y verdad revelada
Después de cumplir su condena en una prisión australiana, Clark encontró una amiga sorprendente en la hija biológica de Sharlene, Mariah Lucas, quien buscaba descubrir la verdad sobre la muerte prematura de su madre.
“Estoy orgulloso de llamar a Jason uno de mis mejores amigos”, lanza Mariah ante la incredulidad de millones de personas al enterarse.
Acogida por su tío cuando era niña, Mariah tenía solo 15 meses cuando su madre fue asesinada. Recién se enteró de la naturaleza de su muerte cuando enviaron a su padre a prisión y se mudó a los siete años con su pariente.
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Mariah, hoy madre de cuatro hijos, recuerda que escuchó muchas historias de su madre mientras crecía, incluido su amor por cantar y bailar.
Y fue recién hace 12 años que su tía finalmente reveló la identidad del asesino de su madre, ya que Mariah decidió que era mejor no buscar más detalles. Aunque la joven admitió que “nunca estuvo lejos de la cabeza”.
Quedó en coma y cambió su perspectiva
Cuando la chica tenía 23 años afirma que su perspectiva cambió cuando una operación de las cordales que salió mal: una infección se volvió séptica y la dejó en hospitalizada en coma.
Mariah jura que durante ese tiempo tuvo visiones de su madre fallecida que buscaba la reconciliación con su asesino.
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“Mi corazón se detuvo y vi a mamá, parada allí en la brisa, con un vestido blanco”, cuenta. Y agrega: “Mis manos se extendieron hacia ella, pero ella sonrió y negó con la cabeza. Al volver en sí, sentí paz”.
Pese a la negativa y enojo de los miembros de su familia, se dispuso a escribir una carta a Jason ofreciéndole perdón y rehabilitación. “Te perdono y quiero que te perdones a ti mismo”, escribió al parecer en un documento de cinco páginas.
Reunión con el asesino de su madre
Apenas un mes después, Javier Stauring, director ejecutivo de Healing Dialogue and Action, una organización benéfica para víctimas de homicidios, respondieron a la carta, y le ofrecieron a la joven una reunión con Jason, quien estaba listo para salir de prisión en libertad condicional.
El asesino y la hija de su víctima se conocieron en diciembre de 2016. “Estaba sentado en una silla temblando y respirando con dificultad, con lágrimas en los ojos”, describió ella la extraña situación.
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“Todos mis nervios desaparecieron. Sin siquiera pensarlo, me acerqué a él y nos abrazamos”, dice para mostrar una imagen sumamente fuerte. Y agrega: “Las primeras palabras que salieron de mi boca fueron: ‘¿Por qué lo hiciste?’”
Como era de esperar, discutieron los inconvenientes que llevaron a la muerte de su madre, pasando por el consumo de drogas y la desesperación en la que estaba sumergido.
Extraño vínculo y amistad
Aunque resulte extraño, quizá inexplicable, la intensidad de esa reunión de tres horas forjó un vínculo tal que fueron a cenar después, admite Mariah.
Pero la joven fue más allá y una semana después dio el paso extraordinario de invitar a Clark a cenar con sus hijos, que entonces tenían seis, cuatro y dos años.
Al recordar su conversación con Jason antes de la cena formal, reveló una frase tan fuerte como fulminante: “Conocerás a los nietos de mamá. Ella nunca tuvo esa oportunidad. Este es un privilegio que tienes que ganarte”.
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A los niños se les explicó de manera simple que ese hombre sentado a la mesa que se disculpaba era el responsable de la que la abuela no estaba allí para verlos crecer.
Seis años después de aquel inquietante y único momento, Mariah ahora dice que su “amistad creció” mientras las instantáneas muestran a los dos sonriendo en fotos y selfies.
Finalmente, Mariah trabaja junto a organizaciones benéficas sobre la reforma penitenciaria. “Aprecio mucho mi amistad con Jason. A través de él aprendí el increíble poder curativo del perdón”, afirma. Una verdadera historia de película.
Por: LaPatilla