La lava que escupe el volcán de la isla española de La Palma sigue aminorando la velocidad a la que avanza, según la última estimación a unos 4 metros por hora, pero una de las dos coladas continúa ensanchando su frente y ya supera los 500 metros.
La ralentización de esta colada, que es la que alcanzó el barrio de Todoque de 1.200 habitantes, no implica que el proceso eruptivo haya decrecido (la otra colada está detenida), según la directora en Canarias del Instituto Geográfico Nacional (IGN) de España, María José Blanco.
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Tampoco que la sismicidad haya manifestado “no solo un bajo nivel como últimamente, sino que ha registrado señales denominadas de largo periodo relacionadas con fenómenos explosivos” que se produjeron anoche, más intensos que los de jornadas anteriores.
La ralentización de la colada, que en algunos puntos alcanza alturas de 12 metros, se debe a que “cada vez le cuesta más avanzar” porque va perdiendo temperatura conforme se aleja del cono y porque tiene que ir atravesando el “gran volumen” de material ya depositado, que además se ha enfriado en superficie.
“Pero, aunque sea lentamente, el avance sigue”, dijo Blanco, tras la reunión del comité del Plan de Emergencias Volcánicas (Pevolca).
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Resaltó que el centro de emisión de lava “sigue siendo el mismo”, las deformaciones de la superficie “mantienen una velocidad estable” y la tasa de entrada de magma desde la corteza al reservorio del volcán -unos 26 millones de metros cúbicos- y de salida a la superficie es la misma.
En base a la velocidad actual y a las tasas de emisión medidas, la experta duda de que la lava llegue hoy o mañana al mar, de lo que dependen otros factores como la temperatura, la fluidez y la topografía, que en estos momentos considera un factor predominante. EFE