La cepa brasileña enferma más a los jóvenes, así ellos no lo crean

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Que el nuevo coronavirus mata sin piedad a los adultos mayores, decían. Que los mayores de 60 y 70 años debían quedarse en sus casas, anunciaban. Que dejaran de abrazar a sus abuelos y no los visitaran por un buen tiempo, aconsejaban. Así lo hicieron y dejaron de prestar atención.

El coronavirus Sars-CoV-2, en cambio, cumplió con la teoría de Darwin. Como cualquier otro virus empezó a mutar para lograr una mejor versión de sí mismo. Se volvió más fuerte y agresivo en Gran Bretaña, en Sudáfrica y en Brasil, donde le pusieron el nombre de P1.

En enero de 2021 el mundo entero vio estupefacto cómo el estado brasileño de Amazonas y en especial su capital, Manaos, colapsaban ante un sistema de salud incapaz de cuidar y atender la enorme cantidad de pacientes que llegaban con formas graves de COVID-19. No habían pasado 15 días desde el inicio del año y Japón ya había comunicado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que encontró una nueva cepa de coronavirus en cuatro viajeros procedentes de la Amazonía brasileña.

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Fue esa variante, la P1, la que puso en aprietos al sistema de salud brasileño, pues su alto nivel de transmisión y el hecho de que ataque a todos los grupos de edades por igual cogió al país por sorpresa.

“Estamos delante de una pandemia con características distintas, lo que hizo toda la diferencia, porque estábamos preparados para tener una circulación similar a la que habíamos conocido, pero realmente fue peor”, dijo a la Agencia Anadolu el doctor Fabio Gaudenzi de Faria, médico infectólogo, presidente de la Sociedad Catarinense de Infectología y miembro del Consejo Deliberativo de la Sociedad Brasileña de Infectología (SBI).

La principal característica de la enfermedad que trajo consigo la variante P1 tiene que ver con la transmisión: “Existe una mayor expresión del virus a través de la vía aérea y por más tiempo”, explicó Gaudenzi de Faria y aseguró que esa información está documentada de manera científica. Por su parte, a partir de la experiencia que el sector médico brasileño tuvo en Manaos, en Sao Paulo y los estados del sur (Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul), los científicos se dieron cuenta de que dicha cepa causa reinfección en personas que ya estuvieron contagiadas y que los pacientes jóvenes desarrollen un estado más grave de la dolencia.

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Los jóvenes, las nuevas víctimas

En esta pandemia, que causó tantas muertes de adultos mayores al inicio, los jóvenes son los menores de 45 años.

Los datos no mienten. La Asociación de Medicina Intensiva Brasileña (Amib) analizó las cifras de defunción y recuperación en 1.593 UCI públicas y privadas del país, entre el 1 de enero y el 26 de marzo del presente año. Según la investigación, durante ese tiempo en las unidades de cuidado intensivo (UCI) se triplicaron los fallecimientos de personas entre 18 y 45 años: pasaron de 13,1% entre septiembre y noviembre de 2020 a 38,5% en el primer trimestre de 2021.

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“Uno ve a personas contagiadas nuevamente y jóvenes teniendo formas bastante graves de la enfermedad, necesitando de terapia intensiva. Muchas veces por ser jóvenes, por tener una reserva muy buena de salud en su organismo, se quedan por largos periodos de tiempo hospitalizados, haciendo que la red de salud termine colapsando de manera más rápida de lo que vimos en las circulaciones del virus durante el año pasado”, explicó el infectólogo. Anadolu