Utilizan el movimiento de sus dedos y los bordes de las palmas de sus manos para reconocer con precisión cualquier parte del cuerpo. Son invidentes mexicanos que leen con exactitud el estado de espaldas, hombros o cuello de los pacientes con problemas musculares.
El grupo de quiroprácticos y masajistas invidentes se reúnen los fines de semana en el centro histórico de la Ciudad de México para aliviar e incluso sanar todo tipo de dolencias musculares.
El grupo lleva cuatro años juntándose para atender a las numerosas personas que se aglutinan alrededor de ellos, algunos ya recomendados por algún amigo o familiar y otros sin consciencia alguna de su ceguera.
Muchos de los que acuden a paliar la tensión acumulada en su cuerpo descubren al final de la sesión que su masajista es ciego, justo cuando preguntan por el diagnóstico o se disponen a pagar.
“Cuando nos van a pagar se dan cuenta de nuestra ceguera”, relata a Efe la quiropráctica y masajista invidente Abigail Vanessa.
La especial sensibilidad innata a los ciegos les otorga esa habilidad singular para descubrir los secretos de los músculos.
Lo primero que hace el paciente cuando se pone en manos de los masajistas es explicar con detalle sus dolencias para que los invidentes descubran a través de las palabras y el tacto con sus dedos el tipo de lesión que no pueden detectar con sus ojos.