Foto: Anadoli
La selva amazónica alrededor de la ciudad brasileña de Novo Progresso vuelve a estar en llamas, en una zona que sufrió más de 100.000 incendios el año pasado.
Los satélites han detectado unos 19.000 incendios en toda la Amazonia brasileña solo en la primera mitad de este mes de agosto.
Los primeros grandes incendios en la estación seca de la Amazonía brasileña han provocado indignación mundial debido a la incapacidad o la falta de voluntad del Gobierno de derecha del presidente Jair Bolsonaro para proteger la selva tropical.
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Este año, Bolsonaro se comprometió a controlar la quema de selva, generalmente provocada por agricultores locales con el fin de ganar terreno para el ganado o el cultivo de soja, una de las principales exportaciones de Brasil.
En este sentido, Bolsonaro impuso una prohibición de cuatro meses a la hora de encender hogueras y desplegó al Ejército para prevenir y combatir los incendios.
Pero esta semana el humo vuelve a ser tan denso alrededor de Novo Progresso que la Policía ha reportado accidentes de tráfico por falta de visión.
Mientras el humo rodea a Novo Progresso, la temporada de quema de este año podría determinar si Bolsonaro, un ávido partidario de extender la agricultura y la ganadería por la Amazonía, está dispuesto y es capaz de detener los incendios.
Al comienzo de la estación seca del Amazonas, en julio, se talaron más árboles, dado que la deforestación de agosto de 2019 a julio de este año aumentó en un 34% con respecto a los 12 meses anteriores, según datos preliminares del Instituto Nacional de Investigación Espacial del Brasil (INPE).
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Por lo general, después de la tala, el siguiente paso es la quema, a menudo sin la autorización requerida, ya que es una forma mucho más fácil y económica de usar maquinaria pesada para limpiar arbustos y árboles.
Según datos del INPE, se han producido más de 11.000 incendios en la Amazonía durante los primeros siete meses de 2020.
Así mismo, la deforestación en la Amazonía en general aumentó un 55% durante los primeros cuatro meses de este año, en comparación con el mismo periodo en 2019, y un 59% en las regiones donde residen los indígenas.
La selva Amazónica produce el 20% del oxígeno mundial y evita la emisión de mil millones de toneladas de dióxido de carbono al año.
Esta selva también alberga al 10% de la fauna animal y floral del mundo, así como a más de 400 tribus indígenas repartidas entre ocho países sudamericanos.
Durante su campaña electoral, Bolsonaro alegó que la protección de la selva amazónica impide el desarrollo del país y prometió abrirla al uso comercial.