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Científicos internacionales sugieren en un estudio que la COVID-19 sigue un patrón estacional y prospera mejor en climas frescos y secos, un hallazgo que ayudará a diseñar estrategias de prevención y vigilancia para evitar o contener nuevos brotes en todo el mundo.
Los investigadores analizaron la asociación del clima con la propagación de la infección por COVID-19 y, para ello, examinaron los datos climáticos de cincuenta ciudades de todo el mundo con y sin coronavirus, entre el 1 de enero y el 10 de marzo de este año.
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Así, compararon ocho ciudades con una fuerte expansión de la epidemia (Wuhan, China; Tokio, Japón; Daegu, Corea del Sur; Qom, Irán; Milán, Italia; París, Francia; Seattle, EE.UU.; y Madrid, España) con 42 que no se han visto afectadas o que no han registrado muchos contagios.
El estudio constató que las ciudades más afectadas por la pandemia están en el corredor de latitud de entre 30 y 50 grados al norte (N) y sus patrones climáticos son similares: tienen una temperatura media de entre 5 y 11 grados centígrados y baja humedad específica y absoluta (de entre 44 y 84%), cuando el virus se propagaba más rápidamente.
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Los mapas producidos por el equipo de investigación mostraron una franja climática en el hemisferio norte que contiene unas condiciones atmosféricas amables con el virus, y en la que cayeron las ocho ciudades, Madrid entre ellas
Así pues, el estudio determina que la distribución de brotes comunitarios sustanciales de COVID según determinados valores de latitud, temperatura y humedad son coherentes con el comportamiento de un virus respiratorio estacional, y que el virus del SARS-CoV-2 tiene más dificultades para propagarse en condiciones de mayor temperatura y humedad.
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El análisis de la distribución de los brotes de coronavirus podría ayudar a prever las áreas con más riesgo de transmisión en el futuro, si bien, los autores del estudio advierten de que para ello serán necesarias nuevas investigaciones sobre modelos climáticos. EFE