Por FREDDY SERRANO DÍAZ
Consultor y Estratega Político
Cuando digo algo bueno o malo de Petro o Duque, la réplica es mínima pero aviva la polémica, placer para convencidos, no para indecisos.
Escribir cualquier cosa en los medios digitales se ha convertido en generación de amores y odios, el lugar común es siempre la calificación de un extremo o del otro: me dicen: ignorante, bruto, tonto, perdedor, incongruente, incluso me señalan integrar algún partido, solo que dependiendo de lo escrito, o soy fascista, bestia, corrupto, ó soy mamerto, guerrillero, desocupado.
¿Cuanto odio hay hoy
en el mercado digital?… es increíble, los que interactúanos somos colombianos, sin embargo un gran número de fanáticos, se han hecho tan iguales, que al tildarse entre ellos
de resentidos e ignorantes, son lo mismo: “extremos intolerantes”.
El escenario digital es emocional y complejo, supone ver cómo normal la polémica de ideas, pero al ser repetitiva se ha vuelto densa, cansona, aburrida y carente de soluciones más allá de señalamientos, es decir, “Si me quieren conquistar, no me obliguen a odiar o a querer”.
A Petro la soledad del poder y las salidas equívocas de parte del equipo le pueden pasar la misma factura que le pasó a Duque, a la oposición la diversidad de agendas comunicativas le debilita la cohesión y, a los que solo queremos opinar ocasionalmente, nos molesta que no entiendan, “si quieren cautivarnos solo deben apelar al cortejo y distanciarse de la terquedad egocéntrica”.
Hoy soy autónomo y de lo que gano puedo alimentar a los míos, solo quiero ser libre y decir lo que quiera les guste o no; déjenme decidir si me agrada un gobierno, ustedes tienen sus razones y yo las mías, las opiniones y contenido muchas veces solo nos importan a nosotros mismos.