La excesiva violencia policial en medio de las protestas en Colombia ha suscitado la atención de expertos alemanes, quienes afirman que se está ante una policía militarizada salida de la Guerra Fría, sido ante una batalla por dominar el relato.
En Colombia la policía “está hecha para la guerra”, dice a Efe la catedrática de Relaciones Internacionales y Política Transnacional en la Universidad de Leipzig, Solveig Richter.
Formada para combatir a guerrilleros y el narcotráfico en primera línea, es un organismo que depende del Ministerio de Defensa. La investigadora explica que eso hace de él un cuerpo militarizado que, acostumbrado a actuar con violencia, responde igualmente con agresividad a las protestas pacíficas.
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“No saben cómo manejar las protestas masivas porque piensan que son un intento de derrocar el Gobierno existente y el preludio para una guerra civil”, añade su compañero Ralf Leiteritz, también profesor de la Universidad de Leipzig y profesor titular de la Universidad del Rosario en Bogotá.
Explica que en el cuerpo de Policía persiste una ideología de la Guerra Fría. “Para ellos, o eres su amigo o eres su enemigo, y a los manifestantes los tratan como enemigos”, comenta.
Señala que esto es especialmente extremo en la ESMAD (Escuadrón Móvil Antidisturbios), una unidad de la Policía Nacional que se despliega en situaciones de protestas masivas.
“Los mandan para garantizar la seguridad, pero muchas veces lo que causan estos miembros de la ESMAD es más desorden, en lugar de apagar el fuego”, indica Leiteritz.
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UNA LUCHA POR LA NARRATIVA
El informe sobre Colombia de la Fundación Konrad Adenauer, cercana a la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel, y publicado hace solo unos días en Alemania, alude también a los excesos de la policía, pero subraya que en el conflicto hay muchos otros factores.
“Las líneas del conflicto no están solo entre las fuerzas de seguridad del Estado y el movimiento de protesta sino que son permeables. La violencia excesiva y sin justificación alguna de la policía es un elemento importante del conflicto actual, pero no es el único”, dice el informe.
El mismo informe señala lo que llama una “lucha por la narrativa” en la que los diversos actores denuncian la violencia ajena como un intento por justificar la propia, sobre todo en los primeros días de las protestas.
“Los partidarios del Gobierno y gran parte de las élites sociales ignoraban el trasfondo legítimo de la protesta predominantemente pacífica y utilizaban los casos de vandalismo como pretexto para criminalizar a todo el movimiento de protesta como vandálico o incluso como terrorista”, dice.
“La otra parte tejía al mismo tiempo la narrativa del movimiento de protesta pacífica aplastado brutalmente por un Estado represivo. Ninguna de las dos versiones refleja la realidad, que es mucho más compleja”, añade.
El informe critica tanto al Gobierno del presidente, Iván Duque, por no haber abordado al comienzo casos graves de excesos policiales evidentes, como a los líderes de la huelga y a los políticos de oposición de izquierda por quitarle peso a la destrucción de la infraestructura pública y los ataques a la policía por parte de sectores violentos de la protesta.
La conclusión final del informe es que, pese a todas las críticas justificadas a la acción de la policía, no se puede llegar al extremo de que se está en una situación en que un Estado autoritario dispara indiscriminadamente contra manifestantes pacíficos.
“Desde hace dos semanas, cientos de miles de colombianos hacen uso de su derecho a la protesta pacífica y han logrado la retirada de una reforma fiscal y la dimisión del ministro de Finanzas. Eso no sería imaginable en un Estado autoritario”, concluyen los expertos de la Konrad Adenauer. EFE