Geraldine Fernández Ruiz, aseguró haber formado parte de forma “remota” de los animadores que participaron en ‘El chico y la garza‘.
Studio Ghibli guarda silencio sobre la polémica generada en torno a la ilustradora que afirmó haber trabajado significativamente en la última película del estudio de animación japonés, ganador de un Globo de Oro, mientras expertos y trabajadores de la industria recelan de su veracidad.
Geraldine Fernández Ruiz, de 30 años, lleva meses asegurando haber formado parte en remoto de los animadores que han participado en ‘El chico y la garza‘ (‘Kimitachi ha dou ikiru ka, 2023), la película más reciente del aclamado director japonés de animación Hayao Miyazaki, adaptada como ‘El niño y la garza’ para Latinoamérica.
El relato de Fernández, que ya en octubre del año pasado dio una charla en la sede de Barranquilla de la Universidad Sergio Arboleda sobre su supuesta experiencia en el filme nipón, corrió como la pólvora entre los medios colombianos después de que la cinta fuera galardonada con un Globo de Oro el pasado 7 de enero.
En un primer momento la colombiana afirmó haber realizado unos 25.000 fotogramas para la película, aunque luego señalaría “haber exagerado”, sin dejar de mantener que había participado en el proyecto.
La joven aseguraba haber tenido contacto directo con Miyazaki en varias ocasiones durante la producción y también ser la artífice del arranque de la película, entre ellas la espectacular escena inicial, obra del veterano y transgresor animador Shinya Ohira, habitual en los filmes del icónico cineasta desde ‘Porco Rosso’ (1992).
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El propio Ohira declaró para el volumen ‘The Art of The Boy and the Heron’ (El arte de el chico y la garza, Tokuma Shoten, 2023) que fue uno de los primeros animadores clave reclutados para el filme.
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Consultados sobre la supuesta participación de la colombiana, ni Studio Ghibli ni Ohira han respondido por el momento.
La alarma sobre la veracidad de la historia de Fernández, que numerosos medios se lanzaron a recoger sin contrastar, saltó en las redes sociales, cuando trabajadores de la propia industria de la animación comenzaron a señalar las incongruencias del relato.
Inconsistencias
A falta de un pronunciamiento oficial del estudio, sus prácticas habituales hasta la fecha hacen a los expertos dudar de Fernández.
Hasta 2014, Studio Ghibli tenía una plantilla fija, algo inusual en la industria de la animación japonesa, que suele contratar por obra. Ese año, el equipo se disolvió por problemas económicos, pero en sus siguientes proyectos han trabajado básicamente los mismos profesionales, aunque contratados por obra, dice Álvaro López.
Para López, autor de varios libros sobre Ghibli y artífice de uno de los principales portales de divulgación en español sobre el estudio, Generación GHIBLI, “la historia de Geraldine Fernández no se sostiene por ningún lado”, empezando por inconsistencias como que una novata hiciera sola la carga de trabajo que dice haber realizado, que su bagaje profesional en la animación no conste en ninguna base de datos o que su portafolio esté lleno de plagios.
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“Es verdad que para ‘El chico y la garza’ se tuvo que ampliar la plantilla e incluso se abrió una convocatoria para nuevo personal, pero Studio Ghibli tiene unos estándares muy exigentes. Hay un pequeño margen para la duda sobre que trabajara de forma remota como dice ella, puesto que así lo hizo gran parte del equipo debido a la pandemia de covid-19, pero es raro que fuera desde Colombia”, añade.
Tras varios días de revuelo, los medios japoneses comenzaron hoy a publicar sobre el caso, entre ellos el diario Asahi, que recogía este jueves detalles como la ausencia del nombre de la joven en los créditos o que intentó hacer pasar una certificación en japonés de un curso de cerámica como un documento oficial de Ghibli.
López rompe una lanza a favor de la joven pese a sus aparentes mentiras y responsabiliza a la falta de rigor de los medios que no verificaron la historia y la publicaron, “con las posteriores consecuencias”, entre ellas un linchamiento contra Fernández.
EFE