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Las elecciones generales que se celebran este domingo en Bolivia son extraordinarias en diversos sentidos. A la crisis política y económica que marcan el contexto de este proceso se suma la crisis sanitaria derivada de la pandemia del coronavirus (COVID-19), lo que ha llevado al máximo organismo electoral a diseñar un protocolo de medidas de seguridad sanitaria de estricto cumplimiento.
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De acuerdo con la normativa, las claves para la votación segura son cuatro: el incremento del número de recintos electorales en zonas densamente pobladas; la ampliación del horario de votación, de ocho a nueve horas continuas; el distanciamiento físico de al menos un metro y medio mientras se forman las filas para sufragar, y la obligatoriedad de que los electores usen máscaras médicas y desinfectante y, en lo posible, que lleven consigo su propio lapicero para marcar su voto en la papeleta.
Con la aplicación de estas medidas, tanto el Tribunal Supremo Electoral (TSE) como el Gobierno esperan evitar la propagación del virus tras los comicios. Para ello, cuentan con el apoyo de los nueve gobiernos regionales y de los municipales, en especial de los más poblados.
El TSE busca “precautelar el derecho a la salud de los bolivianos y, de manera simultánea, avanzar en el ejercicio de los derechos políticos, a través de una elección indispensable para el régimen democrático del país”, manifestó a la prensa el presidente del órgano electoral, Salvador Romero.
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El reporte oficial de casos del nuevo coronavirus en Bolivia da cuenta de 139.319 confirmados, de los que 27.413 se mantienen activos. Desde el primer registro en el territorio nacional, en marzo de este año, el país ha tenido que lamentar 8.407 decesos. La Paz, el departamento sede de Gobierno, y Santa Cruz, en la próspera región oriental, acumulan el mayor número de positivos, pero preocupa también el avance de la enfermedad en la ciudad de Tarija, en el extremo sur del territorio. EFE