En Gachancipá, a 43 kilómetros de Bogotá, tiene la primera planta papelera con certificación “basura cero” que aprovecha el 99,4 % de sus desechos industriales con iniciativas no convencionales como el compostaje y la fabricación de ladrillos.
Los vertederos y rellenos sanitarios del país, a donde van a parar miles de toneladas de basura diariamente, ya no son una alternativa sostenible y lo son todavía menos para la industria papelera que genera al año más de 600.000 toneladas de residuos sólidos.
Por esa razón, Softys Colombia, dueña de marcas de higiene y cuidado personal como Élite, ofrece alternativas innovadoras a otras empresas, en alianza con proveedores locales, para que utilicen sus desechos como materia prima, energía o en la fabricación de hidrorretenedores para suelo.
A través de la economía circular, que también se aplica en su planta de Santander de Quilichao, donde se reutiliza el 96,5 % de los residuos, Softys garantiza más de 12.000 empleos indirectos debido a que cerca del 90 % de su materia prima proviene de papel reciclado.
“Todas estas iniciativas han hecho que nosotros obtengamos el certificado basura cero en calidad oro”, destacó a Efe el gerente general de Softys Colombia, Andrés Ortega, al subrayar que el propósito de la empresa es ir más allá, al 100 % de aprovechamiento.
La compañía se ha propuesto tres objetivos: reducir el uso de agua en un 40 % para el año 2025, disminuir en un 50 % los gases de efecto invernadero para el 2030 y llegar a cero residuos en vertederos para el 2025.
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INNOVACIÓN Y ECONOMÍA CIRCULAR
Desde hace una década, Softys Colombia le da una “segunda vida” a las cerca de 34.000 toneladas de residuos que genera anualmente. Lo hace mediante alianzas con otras industrias que utilizan el compostaje para la agricultura e incorporan el lodo papelero, constituido por fibras de celulosa que ya no se pueden reciclar, en la fabricación de ladrillos.
El lodo papelero, que representa el 90 % de los desechos de la planta de Gachancipá, se incorpora en la masa de arcilla del ladrillo, con lo cual se utiliza menos arcilla y el ladrillo queda más liviano manteniendo sus propiedades de fuerza y resistencia.
Además, solo el 10 % de la materia prima usada en Softys Colombia para fabricar papeles higiénicos, servilletas y toallas de cocina proviene de celulosa virgen, que además cuenta con certificación FSC, que garantiza la producción sostenible.
“Hay que dejar de ver los residuos como basura porque finalmente se convierten en materias primas e insumos para otras industrias. Durante el 2020 utilizamos aproximadamente unas 45.000 toneladas de papel reciclado mientras que de fibra virgen utilizamos unas 4.200”, explicó a Efe Ramiro Russi, jefe de Sostenibilidad de Softys Colombia.
De esta estrategia sostenible se benefician miles de recicladores que proveen gran parte de la materia prima de la empresa.
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MEJORAR PARA LOGRAR EL 100 %
El certificado de “basura cero”, otorgado por el Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación (Icontec), no significa que las empresas no generan residuos, sino que tienen sistemas de mejora continua para evitar que gradualmente estos lleguen a un relleno sanitario.
Para ello, Softys, desde su casa matriz en Chile, ha desplegado una estrategia regional de sostenibilidad adscrita a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, una política medioambiental en la que la certificación “basura cero” es solo el comienzo.
Para Ortega, lo más relevante “es el compromiso que se adquiere” con ella porque no es una certificación de un día, sino “que tiene que mantenerse en el tiempo” e incluso mejorar.
“El desafío que tenemos es seguir perfeccionando nuestros procesos. Nos queda una pequeña fracción en Gachancipá para estar al 100 %, es una fracción realmente pequeña pero estoy seguro de que irán surgiendo nuevas iniciativas para seguir avanzando en ese propósito”, aseguró.
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USO RESPONSABLE DEL AGUA
El compromiso no se limita al segundo uso de los desechos industriales. La compañía procura además que la celulosa utilizada en sus procesos sea obtenida de manera responsable.
“Nosotros tomamos el agua, la incorporamos en nuestros procesos productivos, transformamos la celulosa en papel y el mismo contenido, el mismo volumen de agua, lo devolvemos al medioambiente. Sin embargo, queremos hacer una reducción del 40 % del uso del agua”, explicó Ortega.
Añadió que no todos los consumidores estarían dispuestos a pagar más dinero por un producto sostenible, pero sí a dejar de comprar uno que sea irresponsable con el medioambiente.
“Seguiremos trabajando en otras iniciativas de sostenibilidad medioambiental y de progreso porque lo más importante en estas certificaciones es evolucionar de manera positiva”, afirmó. EFE