Daniel, Julián y Paulina tienen varios elementos en común: son adolescentes, artistas y una discapacidad auditiva que han logrado superar gracias a la tecnología.
A propósito del Día Internacional de la Sordera que se celebra este 28 de septiembre, los especialistas en salud auditiva recomiendan que las personas estén más atentas que nunca a una realidad más visible en estos tiempos de mayor uso de dispositivos tecnológicos: la pérdida auditiva.
Vale destacar que en Colombia cerca de 7 millones de personas padecen algún tipo de deficiencia auditiva y que al menos 1% de esa población utiliza un dispositivo o ayuda para escuchar como audífono, sistema de conducción ósea o implante coclear, una especie de oído biónico que permite que personas con discapacidad auditiva, lleven una vida normal gracias a la tecnología.
Es el caso de tres pacientes implantados en Colombia, que tienen varios elementos en común: son adolescentes, disfrutan del arte a través de la danza, la música y la escritura y además, han sufrido de pérdida de la audición. Sin embargo, jamás han renunciado a sus sueños por tener una barrera en sus oídos.
Es el caso de Paulina Rodríguez, bailarina de 13 años de edad, quien nació con microtia en la oreja derecha -un defecto de malformación en la oreja que la hace ver muy pequeña y que cierra el conducto de la audición- con un diagnóstico de hipoacusia conductiva unilateral con audición irrestricta colateral. Con el paso del tiempo, su capacidad auditiva fue disminuyendo, razones por las que se convirtió en paciente de implante coclear y dispositivo.
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“Cuando nació Paulina, había una pérdida auditiva. En ese momento sabíamos que podía escuchar hasta un 50% por el oído derecho, pero a medida que la niña iba creciendo, la pérdida auditiva aumentaba y logramos identificarlo hasta hace dos años porque empezó a tener problemas de relacionamiento en el colegio y entendimos porque los niños le hablaban y ella no les contestaba porque no los escuchaba. En ese momento, se detectó una pérdida casi que completa del oído derecho”, comenta Gina, su mamá.
Aún así, desde los cuatro años la niña empezó a manifestar interés por el baile, el arte y la música. Arranca inicialmente en ballet, luego estuvo en jazz y actualmente es bailarina de danza urbana a nivel competitivo. Adicionalmente, gracias a que pudo contar con un implante coclear, que es cubierto por el sistema de salud colombiano, Paulina se volvió sociable y puede recibir de una manera más sencilla las instrucciones que le da su profesor.
“Bailar me hace sentir muy feliz”, señala Paulina, mientras que su madre reconoce que muchas personas se limitan a someterse a un procedimiento quirúrgico por miedo a perder la capacidad auditiva que puedan tener en ese momento. “Hoy la tecnología ha avanzado mucho y estos dispositivos no solamente ayudan en la calidad de la audición sino en la calidad de vida”, dice.
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Entre las letras y la música
Otro de los casos es el de Daniel Delgado Montufar, un estudiante de creación literaria de 22 años de edad- quien a pesar de su limitación física-, y gracias a la tecnología ha podido llevar una vida más normal, gracias al uso de implantes cocleares en ambos oídos.
Nació con ambos oídos bien, pero paulatinamente sus papás se percataron que desatendía los llamados o no se inmutaba ante ruidos fuertes como el televisor a todo volumen o la intencionada caída de un objeto al piso.
Desde los tres años de edad y cada vez más y más, Daniel empezó a decir que no oía. En la adolescencia se hizo más fuerte este comentario y como elemento de escape, se refugió en su guitarra y empezó a interpretar canciones de rock. Esto, al punto de iniciar una carrera musical.
Paralelamente fue implantado e inició un proceso de rehabilitación auditiva en el que la música ha sido vital, así como los estudios en literatura. “Desde los seis años me empezó a interesar el arte: la música y la literatura, desde la poesía. Mi experiencia con el arte ha sido maravillosa, obviamente ha sido un proceso difícil, pero me ha enriquecido en conocimientos y hoy puedo escuchar como si tuviera un oído natural”, afirma.
Para la fonoaudióloga de MED-EL, Lina Rubio, el proceso de rehabilitación a
través de la música ha demostrado tener un gran efecto terapéutico sobre los pacientes. “Con el uso del implante y el hecho de tener una rehabilitación auditiva como la de Paulina, Daniel y Julián (otro paciente músico) pueden percibir el sonido de una manera muy natural gracias a la tecnología del implante: inserción profunda, electrodo flexible y otras características propician tener esa captación musical y sonoridad”, afirma.
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El piano como pasión, a pesar de la limitación
A sus 15 años Julian Gómez Ramírez, nació con hipoacusia (sordera), ha tenido una infancia llena de desafíos para sus padres y él mismo. A los 7 meses fue notada su discapacidad auditiva, a los 8 años, con un Tamizaje Auditivo Neonatal (TAN) se le diagnosticó el problema y a los 20 meses fue intervenido con un implante coclear.
Gracias al implante Julián ha tenido un desarrollo como el de cualquier otro chico de su edad, pues siempre ha interactuado con niños normoyentes y por tanto, no se ha aislado, ni ha sido estigmatizado. Para su madre, Lina María Ramírez, esto es muy importante ya que de ese modo su hijo no se ha convertido en una persona vulnerable, ni con baja autoestima.
Vale destacar que el oído es el único sentido que se puede reemplazar, en este caso con el implante coclear. Es clave hacerse chequeos médicos antes de que el bebé cumpla los dos años y es necesaria una identificación e intervención temprana.