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Antes de la doble jornada de eliminatorias mundialistas de noviembre, Colombia había jugado 16 partidos bajo el mando de Carlos Queiroz, de los cuales ganó nueve, empató cinco y perdió dos.
Sin embargo, las lapidarias goleadas propinadas por Uruguay (0-3) en Barranquilla y Ecuador (6-1) en Quito precipitaron su salida tan solo un año y diez meses después de haber asumido un inédito reto en su carrera de trotamundos.
Tras haber arrancado con el pie derecho el camino a Catar 2022, con una goleada 3-0 sobre Venezuela y en empate 2-2 con Chile en Santiago, la selección cafetera mostró su peor cara y con un flojo rendimiento colectivo sufrió dos dolorosas derrotas que la dejaron en un discreto séptimo lugar con cuatro unidades.
El patrón que marcó el rumbo de ambos partidos fue el pésimo inicio, pues antes de los diez minutos Colombia ya perdía con Uruguay y con Ecuador, una situación que desde el banquillo no se revirtió y que derivó en sendas palizas que rompieron la confianza que el entrenador había forjado con los aficionados.
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A eso debe sumarse que a esa doble jornada la selección cafetera llegó con bajas sensibles -como las de los laterales derechos Santiago Arias y Stefan Medina y la de Falcao García, el líder innato del grupo-, que el estratega portugués tuvo que remendar como pudo y sin mucho éxito.
Tampoco estuvieron a la altura referentes del equipo entre los que figuran James Rodríguez y Duván Zapata, que tuvieron rendimientos discretos en ambos encuentros.
Ni siquiera el polifuncional Juan Guillermo Cuadrado, uno de los jugadores más regulares del Juventus italiano, mostró su mejor nivel, ni como lateral ante Uruguay ni como interior ante Ecuador.
Y es que en la tormenta de poco sirvió el recuerdo de la Copa América de Brasil 2019, en la que Colombia fue eliminada en cuartos de final pero dejó pinceladas de buen fútbol en la fase de grupos, en la que se impuso con solvencia a Argentina (0-2), Catar (1-0) y Paraguay (1-0).
Tampoco valió el positivo rendimiento del 66,66 % en los 16 partidos anteriores, ni los chispazos de buen fútbol que mostraron jugadores que habían bajado su nivel como James Rodríguez o Luis Fernando Muriel.
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Queiroz llegó a Bogotá en febrero del año pasado como una gran apuesta de la junta directiva de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF) para reemplazar a José Pekerman, que llevó a la selección cafetera a Brasil 2014 y Rusia 2018 y rompió una larga sequía de 16 años sin asistir a la Copa del Mundo.
El fichaje del portugués como seleccionador estaba motivado, principalmente, por su brillante paso por la selección de Irán, a la que dirigió entre 2011 y 2019, llevó también a dos mundiales consecutivos y le dio un sello propio que la hizo reconocible y fuerte en Asia.
Igualmente por su vasta experiencia en selecciones, como las de Portugal, Emiratos Árabes y Sudáfrica, o en clubes, como el Real Madrid, el Sporting de Lisboa y el Nagoya Grampus, de Japón.
Así pues, la FCF quedó en una encrucijada tras la salida de Queiroz como ocurrió en las eliminatorias al Mundial de Alemania 2006, cuando Francisco Maturana fue destituido tras conseguir un solo punto en los primeros cuatro partidos y fue reemplazado por Reinaldo Rueda, que dejó a la selección a un punto de la clasificación.
Hoy, Colombia tiene tres puntos más que entonces y un nuevo reto que comenzará en marzo contra la imbatible Brasil, en Barranquilla, y contra la rocosa Paraguay, en Asunción, dos encuentros que serán determinantes para el futuro del equipo cafetero en las eliminatorias.
El presidente de la FCF, Ramón Jesurún, advierte en medios locales de que la primera opción que barajan es la de un técnico colombiano, aunque dice que eso no será una camisa de fuerza para elegir al reemplazo de Queiroz, una apuesta por la experiencia que no resultó. EFE