En una placa de cemento, descalza y con tan solo ocho años, la pelota deslumbró a Luz Katherine Tapia, la portera que llevó al América de Cali a la final de la Copa Libertadores en un partido memorable que avaló su decisión de poner al fútbol por encima de su carrera como policía.
Tapia, figura clave en los penales al atajar dos cobros al vigente campeón Corinthians, exhibió el pasado miércoles en Buenos Aires el carácter que forjó cuando se unió al Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), la fuerza más temida de la Policía colombiana para disolver manifestaciones, y a la que se le acusa de varias muertes en protestas.
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“Son mundos diferentes”, dijo a Efe al revisar esos dos roles, que en un momento empezaron a competir hasta el punto que, en octubre de 2019, eligió guardar su escudo y casco para hacer realidad el sueño de ser futbolista profesional.
Haber nacido en una familia de policías le marcó un camino. Se enlistó en 2013 en la institución, se graduó y optó por el Esmad para incursionar en un cuerpo de élite con notable presencia masculina, en el que sus integrantes superan estrictos controles físicos y sicológicos.
“Como mujer era un reto pertenecer a esa especialidad de hombres. Me gustaba la adrenalina que se siente dentro del grupo. Hay que estar atento para que no te lastimen con algún artefacto explosivo”, comentó la guardameta de 28 años.
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Intervenía en operaciones de control antidisturbios en manifestaciones estudiantiles. Aunque nunca pasó por una “situación complicada”, sí recuerda haber sido golpeada con un palo en la cabeza durante una protesta.
“Esa experiencia me marcó. Uno es policía para toda la vida”, apostilló Tapia.