La adolescencia es una etapa del desarrollo que se encuentra entre la niñez y la adultez; así que se puede considerar que no se es ya un niño, pero tampoco un adulto. Algo así como un limbo.
Se tiende también a confundir la adolescencia con la pubertad. Cosas diferentes pues la pubertad se refiere a la madurez de los órganos sexuales y se da entre los 10 a los 14 años, con cambios a nivel físico (Hormonas, Crecimientos, entre otro.).
La adolescencia como tal es el proceso del paso de la infancia a la adultez y en este proceso se experimentan cambios y ajustes en las estructuras cognitivas, pensamientos sobre sí mismos y sobre otros que nos lleva a ver cambios en lo emocional y lo social.
Al tratar de responder la pregunta ¿quién soy? y ¿qué es lo que quiero? intenta agradar a su grupo de apoyo más importante, es decir: Sus amigos. En esta etapa los adultos no son su referencia principal, aunque claramente su comportamiento, valores y demás se ven permeados por la educación de casa, en este momento sus iguales es decir quienes viven los mismos cambios y se ven enfrentados en muchos sentidos a situaciones similares que las que él o ella viven hoy, generan mayor empatía y confianza. Es por esta razón que tal vez los padres se sientan desplazados o incluso reemplazados por los amigos de sus hijos.
Debido a todos los cambios le cuesta expresar sus emociones y sus relaciones no son tan fluidas como antes, es por ello que muchos padres se preocupan porque antes no era así y aunque sea un comportamiento esperado de esta etapa es importante apoyarlo para trabajar en la expresión de sus emociones. Pero ¿Cómo hacerlo?, ¿Si no confía en mí, no habla conmigo? Esas son algunas de las preguntas que surgen alrededor de estos comportamientos
Pues bien ¿Que debemos hacer entonces para acompañar a un adolescente? ¿Cómo podemos establecer una comunicación más efectiva?
El joven seguirá necesitando apoyo de un adulto, pero este a su vez deberá darle un grado de autonomía.
Como dijimos anteriormente sus amigos o pares son un gran factor protector, Es importante respetar sus amistades y a su vez recalcar la importancia sobre cómo seleccionar las mismas.
En esta etapa también se presentan comportamientos opositores, ante opiniones o tareas cotidianas este comportamiento no es más que una función adaptativa que él o ella realizan para poder encontrar la mejor forma de ser o hacer. Aquí se puede acompañar al niño evitando obligarlo e invitándolo a encontrar una mejor manera de hacer las cosas a su modo.
Recordarle que siempre estaremos presentes cuando quiera hablar sobre cualquier tema, sin ser juzgado.
Tratarlo cómo a un adulto. Si algo enfurece a un adolescente es que lo traten como un niño. Manejar una conversación con lenguaje gestos y actitudes adultas será de agrado para ellos.
Respetar sus espacios y opiniones. Recordemos que está configurando en este proceso su autoestima e identidad.
¿Qué debemos Evitar?
No agobiarlo, simplemente hacerle saber que estamos disponibles cuando lo requiera
Si queremos hacerle una pregunta particular, es importante preguntar si está dispuesto y si la respuesta es una negativa podemos intentarlo más tarde.
Respetar sus espacios
Invitar a las actividades familiares no como un acto obligatorio sino exponiendo las ventajas que estos encuentros generan sin presionarlo.
Decirle lo que debe hacer y lo que no permanentemente. Es mejor establecer y verificar que comprende cuáles son sus deberes y responsabilidades en cada ámbito al igual que enseñarle técnicas de auto cuidado.
Creernos sus amigos. Es importante confiar en que la buena relación con nuestros hijos depende de la calidad el vínculo y no de ser denominados sus amigos.
Finalmente es importante no perder de vista los comportamientos que pueden alertarnos sobre cualquier anomalía. En este caso es importante consultar con un profesional. La comunicación, el amor y la confianza tanto en ellos cómo en nuestra labor de padres son piezas fundamentales para un paso tranquilo por esta etapa.
Con información de: bebeabordo.com.co
