Comer hojas hervidas para sobrevivir en un Yemen que se muere de hambre

HIERBAS

Foto: Efe

La pequeña aldea yemení de Bani al Qallam vivió años mejores antes de que la guerra estallara en 2015 provocando la mayor catástrofe humanitaria del planeta, según la ONU. Sus 2.500 habitantes, al borde de la inanición, han tenido que alimentarse de las hojas de una planta trepadora para sobrevivir.

En una ladera cerca de la aldea, ubicada a escasos 100 kilómetros de la capital yemení, las mujeres del pueblo recolectan las hojas redondas y carnosas de la Cyphostemma digitatum, una planta conocida localmente como Ghulaf, para después hervirlas y servirlas como plato principal para sus familias.

“Hemos tenido que recurrir a esta planta para comernos sus hojas”, cuenta a la agencia Epa, participada por Efe, Hussein Ahmad al Qallam, un aldeano de 45 años. Con un plato de Ghulaf hervido enfrente, asegura que este poco apetecible manjar se ha convertido es “un alimento necesario” para sobrevivir.

Lea también: Presidenta del CNE de Ecuador avisa que no tolerará retraso en segunda vuelta

SIN GANADO NI CULTIVOS

Hussein era un soldado del Ejército yemení, pero perdió su trabajo y su única fuente de ingresos cuando la guerra se recrudeció, tras la intervención de la coalición militar liderada por Arabia Saudí en contra de los rebeldes hutíes, que conquistaron la capital a finales de 2014.

“Desde que nos cortaron los salarios, no hemos podido comprar ni maíz ni trigo”, lamenta el exmilitar, que ahora intenta sustentar a sus nueve hijos en una de las zonas más remotas, aisladas y olvidadas del Yemen.

Después de seis años de guerra, la comunidad tribal de Bani al Qallam ha perdido todo su ganado y cultivos, y es un vivo reflejo de cómo el conflicto se ha ensañado con la población civil, que no sólo es víctima de los bombardeos de la coalición y de los combates entre los rebeldes hutíes y las fuerzas gubernamentales.

Recomendamos leer: Células “asesinas” activadas por nanopartículas ayudan a eliminar el VIH

La vida del primo de Hussein, Nasser, es también el reflejo de un país que ha ido de mal en peor. A sus 60 años, lucha cada día para dar algo a su extensa familia de 15 miembros.

“Sólo Dios sabe que no tenemos nada más que nuestro sustento diario; (comemos) sólo por las mañanas y por las noches”, dice en una entrevista con Epa en su choza de piedra.

“Estábamos mejor con el ganado y luego el ganado murió de hambre. Ahora la situación es difícil”, agrega Nasser, que lamenta que “ninguna organización humanitaria ha llegado con apoyo alimentario”. Efe