Por Andrés Villota
En Bahamas, cuando trataba de huir a los Emiratos Árabes Unidos, que no tiene tratado de extradición con los Estados Unidos, fue capturado Sam Bankman-Fried, CEO de la empresa, recién quebrada, FTX, plataforma dedicada a la negociación de Cryptomonedas.
Bankman-Fried, Banquero Frito en español que, con ese nombre, pareciera un personaje sacado de la ficción es, después de George Soros, el mayor donante que tiene el Partido Demócrata de los Estados Unidos. Una reconocida celebridad en el mundo político por tratarse del banquero y amigo personal de políticos de la talla de Barack Obama, Bill Clinton y Joe Biden.
El marcado activismo político de Bankman-Fried hizo que analistas como Joe Hoft afirmara que FTX era un Esquema de Ponzi (pirámide) político que funcionaba con base a los recursos públicos de todos los contribuyentes estadounidenses que eran transferidos a Ucrania con la disculpa de la ayuda militar que una vez recibidos por Volodymyr Zelensky, eran entregados, gran parte de esos recursos, a la plataforma (FTX) como “inversiones especulativas” representadas en cryptomonedas.
El Washington Post informó el 3 de marzo del 2022 que Ucrania estaba comerciando con cryptomonedas. Algo descabellado e irresponsable de parte de Volodymyr Zelensky si tenemos en cuenta que ese dinero era destinado, supuestamente, para atender los requerimientos de la guerra que libraba en contra de Rusia. Volodymyr Zelensky, actuó como si la guerra no existiera y fuera un montaje para lavar, cientos de miles de millones de dólares.
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Bankman-Fried había dicho que no había calculado bien la futura liquidez de las cryptomonedas, lo que demuestra que eran usadas por los criminales del mundo para ejecutar sofisticadas operaciones de lavado de activos que, una vez descubiertas, habían dejado ilíquido a ese mercado, en manos de “inversionistas” despistados que seguían creyendo que el humo tenía algún valor.
Bankman-Fried, también había anunciado que de los usuarios de la plataforma, se había desaparecido por una falla tecnológica, de repente, el equivalente a más de $1.000 millones de dólares. A los usuarios les queda imposible reclamar porque las cuentas son anónimas y no existe trazabilidad sobre las mismas, o por lo menos, eso es lo que han dicho desde siempre.
Según el Daily Caller, el joven administrador de la plataforma FTX, además, se habría apalancado con las cryptomonedas que custodiaba en sus servidores para usar el equivalente a $10.000 millones de dólares para comprar y crear un montón de empresas que le permitiera esconder todo el entramado de estafa, robo, saqueo y lavado de activos que, al parecer, llevaba a cabo con la complicidad de los políticos de Washington DC a través de empresas dedicadas al cabildeo.
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Un líder checheno, había acusado a Boris Johnson de quedarse con una inmensa tajada de los dineros públicos del Reino Unido entregados al presidente Vlodomir Zelensky a través de una operación en la que los recursos públicos llegaban a Ucrania y eran devueltos a través de operaciones sobre cryptomonedas.
La compañía FTX entregó más de $40 millones de dólares a los políticos del Partido Demócrata de Joe Biden para financiar las elecciones parlamentarias del 8 de noviembre pasado. Sam Bankman-Fried, financió las campañas de reelección de los miembros del Congreso que supervisan a la Commodity Futures Trading Commission (CFTC), uno de los organismos encargados de regular a la industria de las cryptomonedas.
Coincidencialmente, FTX de Bankman-Fried está siendo investigada por la Commodity Futures Trading Commission (CFTC) y por la Securities and Exchange Commission (SEC).
Sam Bankman Fried, que parece desconocer el concepto de deontología, desde los primeros días de la Crisis de Ucrania, presentó un proyecto de donación para apoyar al Ministerio de Finanzas de Ucrania y al pueblo ucraniano en la recolección de cryptodonaciones para el país. El gobierno ucraniano ha recibido más del equivalente a $60 millones de dólares en cryptodonaciones de todas partes del mundo.
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El pueblo ucraniano ya había dicho que no les llegaba a ellos, nada de la ayuda entregada por muchos países europeos y los militares se quejaban porque el armamento, tampoco les llegaba o el que les llegaba era obsoleto e inservible.
Joe Biden, después de haberle dicho al Congreso de su país que “tenían” que enviarle a Ucrania más de $37.000 millones de dólares “para lo de la guerra”, por primera vez cuestionó la información proveniente del aparato de información estatal ucraniano, y le dio validez a lo dicho por las agencias oficiales rusas que culparon a Ucrania del ataque a Polonia.
Biden actuó con rapidez, desmarcándose de Ucrania. Entendió que la bancarrota de FTX, deja al descubierto una operación de lavado de activos de muy alto nivel en la que abiertamente está involucrado su partido de gobierno, que puede significar su ruina política y podría llevarlo a enfrentar un juicio político en un Congreso en el que perdió las mayorías en la Cámara.
El colapso de FTX destapa una olla podrida de corrupción, de saqueo, de robo y deja terriblemente mal parada a esa clase dominante mundial que siempre se ha vendido como unas personas muy correctas y bondadosas que luchan por el bienestar del pueblo, cuando en la realidad, lo están robando de manera descarada.