El estado en Latinoamérica es esclavo de disminuir la corrupción; dejó de satisfacer necesidades de la población.
Nos hemos preocupado por construir un estado que promueva la apertura y acceso a la información, que rinda cuentas y sea honesto en la gestión de los asuntos públicos, pero seguimos siendo lentos e ineficientes.
La gente espera más de nosotros, si el sistema funcionara habría garantía en la continuidad del servicio, tendríamos mas capacidad de realizar tareas, disminuiríamos costos y mejoraríamos resultados, pero la “genialidad”, nos ha llevado a hacer de lo fácil, algo difícil.
Lo que conocemos como “soluciones técnicas”, son en el paisaje latinoamericano de lo público: falta de recursos adecuados, burocracia excesiva, ausencia de capacitación del personal, corrupción, cero supervisión y exceso de trámites.
En la concepción de estado todo es un “trauma”, se obstaculiza la eficiencia en la gestión y el funcionamiento del sistema es caótico, poco práctico, luego una decisión contrasta el poder de un elegido, con el poder de tecnócratas aburridos, dispendiosos y complejos.
¿Parece un chiste?… No lo es, nuestros gobiernos solo trabajan días hábiles, adjudican contratos de servicio social por temporadas cortas, ejecutan obras civiles cuando el clima es adverso, gastan excesivamente en vigilar y recuperan diez veces menos de lo ejecutado en cuidar, hacen de cada tema interminables comités y llenan incontables formatos para justificar trabajos innecesarios.
Para todo tenemos un software, un sistema, una plataforma distinta, la mayoría de modelos de negocio, se traducen en concesiones a manos de privados cuya eficiencia representa lucro excesivo para ungidos por el “poder”, el talento derrotó al “confort” de la mediocridad histórica.
¿Así o más claro?, el estado en Latinoamérica es esclavo de disminuir la corrupción; sacrificó la toma de decisiones rápidas y contundentes, dejó de satisfacer necesidades de la población, su deber es cumplir con ocurrencias circunstanciales.
Por: Freddy Serrano Díaz
Estratega Político