Saber ganar demanda humildad, respeto y empatía hacia los derrotados; saber perder implica aceptar con dignidad y sin resentimientos.
No se han posesionado y ya los quieren tumbar, es lo que usualmente ocurre horas después de cualquier elección.
Saber ganar demanda humildad, respeto y empatía hacia los derrotados; saber perder implica aceptar con dignidad y sin resentimientos; sin embargo en América Latina cuando no hay poder popular en las urnas, se busca en estrados.
No está de más advertir: la justicia garantiza equidad, protección de los derechos e imparcialidad en la toma de decisiones, promueve la estabilidad y confianza en el sistema, pero hay casos, cada uno es distinto, donde una demanda no deja de ser una afrenta contra el sentimiento mayoritario de los votantes.
Es cuestión de tacto, resulta inminente en política medir cada acción, si bien la democracia en sí misma no debe ser tóxica, hay problemas cuando se abusa de ella, se pisotea o se manipula.
Entre las razones por las cuales algunas personas pueden no aceptar los resultados, están el descontento con el proceso, la desconfianza en las instituciones o las discrepancias ideológicas, cada quien tiene sus motivos, luego está bien hacerlos valer cuando has tenido suficiencia en sufragios o cuando expresas un descontento mayoritario.
Ganar genera satisfacción y alegría de lograr un objetivo, perder es aprender y crecer a través de la experiencia, ahí está la clave: aceptar, esperar y saber jugar; muchos gobiernos decrecen en respaldo debido a la falta de resultados tangibles, incumplimiento de promesas, mala gestión económica o corrupción, siempre es cuestión de tiempo.
Por: Freddy Serrano Díaz
Estratega Político