Por: José David Name Cardozo
Senador de la República
Partido de la U
La violencia aplastante que se vive en el departamento de Arauca amenaza con llevarse todo a su paso. Desde hace más de un año, el conflicto entre los grupos armados ilegales ha escalado de tal manera, que en la población civil reina la zozobra y el miedo. Una crisis que se agudiza con el deterioro de las cifras de pobreza, desempleo, desarrollo e inversiones.
Las balas se han llevado vidas inocentes, en medio de un conflicto ajeno. Hechos que van desde sanguinarios asesinatos, secuestros, ataques a la población civil, atentados contra la infraestructura militar y policial, hostigamientos, reclutamiento de menores, desapariciones y amenazas constantes, mantienen en vilo a los habitantes de las zonas rurales de Arauca.
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Las estremecedoras cifras del 2022, dan cuenta de una violencia que se salió de todo control. De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, en el 2022 se registraron 352 homicidios en el departamento de Arauca, la mayoría de ellos relacionados con los grupos ilegales, especialmente los enfrentamientos entre las disidencias de las Farc y el Eln. Se contabiliza que solo el año pasado, un total 24.109 personas fueron víctimas del conflicto en ese departamento, de las cuales 19.081 sufrieron desplazamiento forzado.
La situación socioeconómica es verdaderamente crítica, habida cuenta de que el sector petrolero presente en la zona, es blanco de todo tipo de ataques, por parte del Ejército de Liberación Nacional (Eln). Las operaciones de multinacionales como Parex y SierraCol Energy han sido suspendidas por las constantes amenazas de la guerrilla, a trabajadores y contratistas. Así, ante la ausencia del Estado, los grupos criminales que operan en la zona atentan contra el desarrollo de la región.
A esto, hay que sumarle el gran daño ambiental que se genera tras cada ataque a los oleoductos. Con el derrame de crudo son muchos los ecosistemas y las comunidades que sufren afectaciones irreparables. En solo una semana, se registraron dos ataques contra el Ejército Nacional en Arauquita, cuando uniformados custodiaban el oleoducto Caño Limón Coveñas.
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Mientras la confianza en la región sigue menguando y el conflicto en Arauca va escalando. El Gobierno Nacional despega el segundo ciclo de las negociaciones de paz con el Eln, que se desarrolla en México. Diálogos que los araucanos ven como una esperanza para de una vez por todas pasar esta página de violencia. Es prioritario que se concrete cuanto antes el cese del fuego bilateral, así como el cese las hostilidades contra la población civil y se realice la liberación de secuestrados.
Los araucanos demandan acciones humanitarias que confirmen el deseo de una “Paz total” por parte de este grupo armado. No podemos permitir que el departamento repita la terrible historia de violencia que vivió entre el 2005 y 2010, cuando más de 1.000 personas murieron en medio de la guerra entre guerrillas. Hacerle frente a la violencia de la región, no da espera. Estamos con todos los araucanos que claman por paz en su territorio.