Por Víctor Manuel Salcedo
Representante a la Cámara por el Partido de La U
Para muchos países, la paz y la seguridad son el paisaje natural en el que generaciones crecen y se desarrollan. Para el nuestro, lastimosamente, la inseguridad y la violencia hacen parte de la cotidianidad.
“Entre el 01 de enero y el 01 de abril (última información disponible), se registraron en la ciudad de Cali un total de 257 homicidios, lo que representa un incremento del 1,6% en comparación con el mismo periodo del año anterior (253 homicidios). Lo anterior, equivale a 2,8 homicidios por día en la ciudad para el período de 2023″, señala el informe de Cali Cómo Vamos.
En Medellín, en promedio, una persona es asesinada a diario. Cifras del Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (Sisc) revelan que en 99 días la capital de Antioquia acumuló 100 homicidios.
La situación no es diferente en Bogotá donde de acuerdo con cifras de la Secretaría de Seguridad se contabilizan 214 homicidios en el 2023.
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Las localidades más afectadas por este delito hasta el momento son Ciudad Bolívar, Bosa y Kennedy. Según estadísticas de la propia Alcaldía, los días en que más se presentan asesinatos en la capital del país son los viernes, sábados y domingos, principalmente en las horas de la noche y la madrugada.
En Cali, Medellín y Bogotá, la percepción de inseguridad creció nueve puntos en el 2023 en Colombia frente al año pasado, reveló el Dane. En su encuesta anual, Cali y Bogotá, figuraron como las capitales donde los ciudadanos se sienten más inseguros.
La percepción de inseguridad el año pasado en Colombia fue de 52,9 por ciento y registró un incremento frente al 2021, cuando se estuvo en 44 por ciento.
En Colombia, la seguridad y la paz siguen siendo sueños que parecen estar lejos de cumplirse. Desde el sur continental solemos observar a los países del norte y constantemente preguntarnos: ¿Cómo lo lograron? ¿cómo alcanzaron índices de seguridad que permiten a sus ciudadanos vivir en paz, sin temor ni zozobra? ¿por qué aquí no ha sido posible? ¿es falta de mano dura y autoridad? ¿tiene que ver con desigualdad e inequidad? ¿algún gobierno podrá lograrlo?
Según la Constitución Política de Colombia en su artículo 22: “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”. En su artículo 95 menciona que se debe “propender al logro y mantenimiento de la paz y el preámbulo afirma: asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz.
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Desde la Constitución nos hemos fijado como objetivo lograr y mantener la paz, objetivo fijado, pero jamás cumplido. En Colombia, la paz está lejos de ser un derecho exigible y de obligatorio cumplimiento, al contrario, está más cerca de ser una ilusión, que encaja perfecto en el discurso, pero que ha sido imposible llevarla a la realidad.
Pese a que la barbarie, intolerancia e irracionalidad ha sido superada por muchas naciones, hace siglos, aquí se sigue presentando hasta en la locura de matar por una camiseta de un equipo de fútbol, de asesinar por un celular o una bicicleta, de pretender una revolución en contra de las elites mediante el uso de las armas, el secuestro y la extorsión, de ser intolerante, inclusive, en el ejercicio de la política.
En pleno apogeo tecnológico y avance científico, en Colombia la inseguridad parece no tener respuesta ni solución por parte de la ciencia, la política o las promesas del gobierno de turno. Por lo menos en el sur global aún no alcanzamos elementos esenciales y primigenios de cualquier sociedad: seguridad y paz.
Pero como soñar no cuesta nada, persistamos en el anhelo de una Colombia en paz, con los mejores índices de seguridad, con la visión de respeto por los demás. Unamos esfuerzos, adelantemos acciones de paz y sana convivencia, iniciando por nuestro entorno más cercano, quizás esa es la mayor reforma que puede emprender el país, reformarse así mismo para vivir en paz.