El cambio debe ser una realidad donde se respete la diferencia, de lo contrario las apuestas solo serán parte del discurso.
Se predica con el ejemplo y un hecho vale más que mil palabras. Si realmente la paz total es la máxima apuesta que se nos ha planteado como nación, el ejemplo debe empezar por sus principales promotores, respetando la diferencia y entendiendo que el país lo construimos entre todos.
En mi función como Representante a la Cámara, en la pasada legislatura fui designado ponente de la reforma laboral. Con el apoyo del observatorio laboral de la Universidad Javeriana y otros actores de la academia radiqué ponencia alternativa con cambios sustanciales respecto a la propuesta del gobierno, más sin embargo los congresistas de la bancada de gobierno y en especial el entonces presidente de la comisión, el Representante Agmeth Escaf, decidieron, en un hecho inusual, dejar como “constancia” mi ponencia, no debatirla, ni someterla a votación, para dar lugar a la ponencia mayoritaria que tenía el visto bueno del gobierno nacional. Al final, como el país conoce, la reforma terminó siendo archivada.
Desde luego el gobierno no iba a cesar en su intención de tramitar la reforma laboral y de nuevo radicó el proyecto ante el Congreso, esta vez sin celebración, ni cumbia, ni vallenato, sin pantallas ni sonido, sin el despliegue de seguridad de la primera radicación, y sin la ya habitual espera y más espera de la llegada del Presidente de la República al acto de radicación: en esta ocasión el sigilo fue el protagonista.
Conocido el listado de ponentes designados para el segundo intento de tramitar la reforma, lo primero que noté fue mi exclusión, como consecuencia de haber presentado una propuesta alternativa en la pasada legislatura, al parecer la independencia tiene castigo y era necesario suprimir las ideas que no se alinearan completamente a la idea del gobierno, como fue la propuesta que en su momento puse a consideración.
También fue evidente que del nuevo grupo de ponentes excluyeron al Representante Héctor Chaparro, quien en la legislatura pasada radicó ponencia alternativa y a la Representante Betsy Pérez, quien presentó ponencia de archivo. Es decir, tres congresistas que no acompañamos en su totalidad la propuesta del gobierno, fuimos excluidos del grupo de ponentes para el segundo intento de la laboral, con el objetivo de agregar refuerzos de congresistas gobiernistas que más son un comité de aplausos, cualquier parecido con la ya conocida práctica de sacar ministros que piensan distinto y que se atreven a manifestar la inconveniencia de las propuestas, no es coincidencia.
Vale la pena mencionar que algo similar sucedió con la conformación de la comisión para la concertación de un texto de reforma al sistema de salud, pues coincidencialmente se repiten nombres de los ponentes de reforma laboral que ahora también serán integrantes de la comisión accidental de reforma salud y que desde luego han demostrado que sirven a los intereses del gobierno, es decir mayoritariamente la comisión accidental por la reforma a la salud fue estratégicamente conformada por congresistas afines al gobierno salvo contadas excepciones como Andrés Forero, Carolina Arbeláez y la Representante Julia Miranda que como autora de la proposición que creó la comisión accidental debía ser incluida.
Continuando con la reforma laboral, para nadie es un secreto las verdaderas intenciones de esta propuesta, es más, la propia ministra Gloria Inés Ramírez ha dicho que la reforma no tiene porque generar empleo y sumado a las afirmaciones del Presidente de la República donde llama esclavistas a los empresarios, es claro que la intención, es fortalecer la organización sindical para de esta forma intentar socavar al empleador que, según parece, para el gobierno nacional es un mal que toca debilitar sin buscar paz total en el mundo laboral, al contrario conflictividad y mayor tropiezo para la generación de empleo.
Tampoco es secreto que la reforma laboral no piensa en los trabajadores informales pues la casi totalidad de sus disposiciones se encaminan solo a mejorar las condiciones de quienes cuentan con la fortuna de un trabajo formal, excluyendo sin ninguna clase de consideración a millones de colombianos que trabajan en condiciones precarias, sin ninguna clase de seguridad social y que incluso votaron por el gobierno del cambio.
Entonces el respeto por la diferencia ha de ser un asunto clave que se tendrá que tener en cuenta en el trámite de las grandes reformas que el gobierno nacional ha puesto a consideración del Congreso, excluir voces que no piensen igual y que se atreven a argumentar y mostrar desacuerdos no es sano para la democracia y solo hará que el trámite de los proyectos sea más tortuoso. El cambio debe ser una realidad donde se respete la diferencia, de lo contrario las apuestas solo serán parte del discurso y de jugar con la ilusión y la esperanza de todo un país.
Por: Víctor Manuel Salcedo
Representante a la Cámara Partido de la U