Columna de opinión: Mundo Vintage

Andrés Villota

En Berlín se reunió el Triángulo de Weimar, integrado por Alemania, Francia y Polonia. Emmanuel Macron, junto a los jefes de gobierno de Alemania, Olaf Scholz, y de Polonia, Donald Tusk, anunciaron que van a enviar tropas de sus países a Ucrania.

Esa estrategia de enviar dinero en efectivo, mercenarios, municiones y armas, al parecer, no dio resultado porque el dinero terminó en inversiones especulativas en criptomonedas y en  la tienda de Cartier en Nueva York a dónde estuvo de shopping la primera dama de Ucrania, Olena Zelenska, los mercenarios desertaron porque nunca les pagaron lo prometido y las armas y las municiones eran obsoletas o inservibles.

Esta declaración, es el epitafio para las oenegés. Las naciones empiezan a tomar decisiones autónomas y soberanas al margen de las imposiciones de las oenegés a las que pertenecen. En la situación de crisis económica actual, su membrecía se convierte en un costoso cargo para las finanzas públicas nacionales.

Las oenegés llevan viviendo tiempo extra, después que fracasaron al incumplir con su objetivo fundacional. La ONU, por su incapacidad para mantener la paz mundial, debió desaparecer desde que empezó la Guerra Fría, así como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) debió desaparecer desde que se acabó la Guerra Fría.

Existe una marcada tendencia a devolver al sistema internacional a la época anterior a la que el Nacional Socialismo Obrero Alemán proclamó el Nuevo Orden Mundial que rige al mundo, desde ese entonces hasta la actualidad.

Varios líderes antisemitas, exigen que se reverse la creación del Estado de Israel, decisión tomada en el seno de la ONU en 1948. Esas voces son lideradas por Gustavo Petro, presidente de Colombia, miembro del grupo antisemita terrorista M19, que combatió al lado del terrorista, Yasser Arafat, difunto líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

También, cada vez son más fuertes las voces que piden que se restituya a su estado original, el reconocimiento y el lugar de privilegio que tenía la República de China (Taiwán) al interior de la Comunidad Internacional y que se despoje a la usurpadora China Popular, del reconocimiento dado en el seno de la ONU en 1971, a través de unas votaciones de dudosa transparencia y legitimidad porque, la República de China (Taiwán), era miembro del Consejo de Seguridad de la ONU y le violaron su derecho al veto para poder acomodar, a la brava, el ingreso de la China Popular comunista de Mao.

El canciller de Colombia, le dijo a los Estados Unidos que podrían haber hecho una reunión en la provincia colombiana de Panamá, si ellos no se la hubieran quitado a Colombia en el año 1903. Y muchos se han manifestado sobre la posibilidad de que los Estados Unidos se retiren del Reino de Hawái y se lo devuelva a su pueblo nativo.

El presidente ruso, le recordó a los estadounidenses, también, que Alaska era de ellos, a los alemanes les dijo que Berlín Oriental, seguía siendo de ellos desde que se repartieron el botín de la Segunda Guerra Mundial y la intención de Rusia, es la de volver a las fronteras originales de la Era Zarista, que existían antes de la sangrienta Revolución Bolchevique de 1917.

Se da por descontado que, los británicos, en el proceso de desintegración de su anacrónico aparato de expansión colonial, terminará con la ocupación ilegal de las Islas Malvinas en los próximos meses, y se retirarán del legítimo e histórico territorio argentino.

El concepto del Estado-Nación surge en el Tratado de Westfalia de 1648, que le otorgó de manera tácita, a las diferentes naciones, igualdad en el trato y respeto incondicional a la pluralidad y a las diferencias, en un mundo diverso y complejo​. La “sociedad de Estados” que describe la Escuela Inglesa de las relaciones internacionales, permite que no exista el caos, porque ese relacionamiento e interacción diplomática y comercial, entre las diferentes naciones, mantiene el orden.

En los términos económicos del liberalismo clásico de Adam Smith, se podría hablar de la mano invisible que mantiene el equilibrio del sistema, sin recurrir a figuras odiosas o distorsiones impuestas por las oenegés, como el veto, los bloqueos económicos, la prohibición de usar dólares americanos en el comercio internacional o ​el favorecimiento de las migraciones ilegales.

La Torre de Babel no se pudo construir porque todos hablaban idiomas diferentes. La diplomacia y las buenas prácticas del protocolo, son el idioma universal que permite el entendimiento y, por lo tanto, el funcionamiento óptimo del Sistema.​ La coexistencia pacífica de las naciones, basada en la diversidad, volverá a ser homologada y estandarizada, sin la necesidad de un ente que se encargue de coordinar las relaciones entre los diferentes Estados.

El viraje del mundo hacia líderes que no son políticos tradicionales, es una tendencia creciente. Son outsiders del sistema, que promueven la libertad plena de los mercados, fortaleciendo las economías nacionales.​ La riqueza nacional como catalizador del orgullo nacional, del sentido de pertenencia, del arraigo a la entidad nacional, de la recuperación de los valores nacionales, del respeto por los símbolos patrios, que va de la mano del objetivo de regresar a las naciones, a su época de mayor esplendor y riqueza.

El discurso globalista que anula la existencia de las naciones, sucumbe frente a la propuesta de empoderar a las naciones, hecha por líderes como el presidente Nayib Bukele, el presidente Javier Milei, el primer ministro Víktor Orbán y el presidente Donald Trump, que promueven, en lo diplomático, todo lo que el globalismo aborrece.​ 

Susan Strange de la Escuela Británica ve al mundo como un gran mercado en el que el Estado se debe limitar a ser un facilitador para el relacionamiento de los particulares.​ Eso significa, regresar a las formas diplomáticas para mostrar el poder de las naciones, volviendo al uso correcto del lenguaje diplomático, a la aplicación de las normas de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas. Todo ya está inventado, no es necesario improvisar.

La extinción del supra gobierno de las oenegés, le impone a las naciones, nuevos retos para los que deben estar preparadas. La constitución de un Cuerpo Diplomático admirable, es uno de esos retos. El discurso globalista de la inclusión, había convertido a los cuerpos diplomáticos de algunos países, en bolsas de empleo para los burócratas, los artistas, los deportistas y un largo etcétera de saltimbanquis  sin futuro.

La diplomacia se basa en las percepciones, por ende, el poder de una nación está representado por sus agentes diplomáticos y sus jefes de Estado. Transgredir el protocolo, dejar de observar las buenas formas ceremoniales, son percibidas, al interior de la comunidad internacional, como actos de descortesía e ignorancia que debilitan la posición de un Estado.

El mundo está regresando a la época en que funcionaba. El mundo será vintage.

Por: Andrés Villota

Columnista