Se trata de entender que no hay decisiones malas o buenas, las hay fáciles o complicadas, luego vale la pena no confiar en todo lo que vemos.
La extraña escogencia de prioridades determina decisiones acertadas o erráticas, dirigir destinos demanda consejo, atención, escucha y disposición, entender que quieren las personas y hacer que suceda.
“Voy a consultarlo con la almohada”, reza la común expresión del líder que advierte meditar en la soledad del poder cuando de tomar un rumbo se trata; he llegado a creer que es muchas veces literal, oyen los gritos del silencio, camino al fracaso tras perder el sentido común y el norte.
Gobernar no es sencillo, todo es cuestionable y ante la adversidad hay dos riesgos: uno es caerse y el otro, más complejo, no levantarse, prever situaciones y afrontarlas hace parte de la necesidad de tener asesores.
Si bien “consultar con la almohada”, representa aprovechar tiempo de descanso nocturno para despejar emociones y optar por decisiones adecuadas, no cabe duda, las almohadas no hablan.
Necesitamos al médico, al abogado, al terapeuta, al ingeniero… necesitamos profesionales cuando de decisiones se trata, es un asunto de criterio, jamás de aplausos ó fingir la gracia con todos los chistes.
Reconocer una adicción, seguir un tratamiento, corregir posturas o aceptar pensamientos diferentes, hacen parte de la conducta humana, superar el ruido y aprender a escuchar representa triunfos que garantizan logros.
Se trata de entender que no hay decisiones malas o buenas, las hay fáciles o complicadas, luego vale la pena no confiar en todo lo que vemos, la sal a simple vista parece azúcar.
Por: Freddy Serrano Díaz
Estratega Político