El primer ministro británico, Boris Johnson, lanzó una amplia remodelación de su Ejecutivo en la que los principales movimientos fueron dirigidos a desprenderse o degradar a sus piezas más impopulares, como los ministros de Exteriores, Dominic Raab, y Educación, Gavin Williamson
En un momento en que las encuestas dan, por primera vez desde comienzos de año, ventaja a los laboristas, Johnson ejecutó un movimiento que se esperaba desde hace semanas, en vísperas de viajar a la Asamblea General de la ONU y de que los conservadores celebren, a comienzos de octubre, su congreso anual.
Aunque buena parte de la columna vertebral del ejecutivo se mantiene, con los titulares de Economía (Rishi Sunak), Interior (Priti Patel) o Sanidad (Sayid Javid) aún en sus puestos, el movimiento más llamativo es el cese al frente del Foreign Office de Raab, quien pasa a encargarse de Justicia, aunque con rango de viceprimer ministro.
Raab es un “brexitero” de la primera hora, primero rival y después fiel escudero de Johnson, que ha pagado muy cara su desastrosa gestión de la crisis en Afganistán. Mientras las tropas y el personal británico salían en desbandada de Kabul, Raab era fotografiado disfrutando de sus vacaciones en Creta. Nunca pudo sobreponerse a esas imágenes.
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En su lugar desembarca la estrella ascendente del momento, la hasta ahora ministra de Comercio Internacional, Liz Truss, quien al frente de ese departamento ha urdido un buen número de acuerdos comerciales necesarios para sostener la economía británica tras el Brexit.
Truss ha trascendido su rol para ubicarse como faro ideológico dentro de su propio partido. Encarna al sector más neoliberal de los conservadores y se ha encargado de defender orgullosa sus principios en momentos de gran confusión.
Además, dentro del proyecto de “Reino Unido Global” que Johnson ha convertido en uno de sus emblemas tras la salida de la Unión Europea, la nueva jefa de la diplomacia podrá hacer valer la red de contactos que ha tejido en su anterior puesto, especialmente con países de Asia y Oceanía.
CESES CANTADOS
Si había un ministro que sabía que tenía los días contados, ese era Gavin Williamson, quien al frente de Educación no ha parado de acumular decisiones desafortunadas y fallos garrafales.
Desde su nombramiento sorpresa como ministro de Defensa en 2017 por Theresa May, el aún joven Williamson ha visto crecer las dudas sobre su capacidad entre los británicos, lo que lo colocaron como uno de los lastres del Ejecutivo de Johnson.
En su lugar, el líder conservador recurre a otro nombre que sale reforzado por su gestión durante la pandemia, el responsable de la exitosa campaña de vacunación en el país, Nadhim Zahawi.
Tampoco fue ajeno a las críticas el hasta ahora ministro de Vivienda y Comunidades, Robert Jenrick, cuestionado por sus conexiones con empresarios de la construcción y por algunas actuaciones.
Jenrick sale del Gobierno y lo reemplaza, en uno de los cambios que más han sorprendido, el ministro del Gabinete (cartera similar a Presidencia), Michael Gove, quien gozaba de un importante peso específico.
Este nombramiento encierra las mayores incógnitas políticas de la remodelación.
Por un lado, Johnson aleja del núcleo duro a uno de los nombres más conocidos del Gobierno, que ha sido decisivo en asuntos tan complicados como las negociaciones con la Unión Europea o la gestión de la pandemia.
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Sin embargo, al mismo tiempo le encarga ejecutar sus planes de cohesión territorial, uno de los pilares de su programa con el que aspira a consolidar el avance de los conservadores en el norte de Inglaterra, y además lo mantiene como interlocutor principal con Escocia, que persigue un nuevo referéndum de independencia en menos de dos años.
Otros gambitos anunciados hoy por Downing Street forman parte de lo esperable, como el relevo de Oliver Dowden al frente del Ministerio de Cultura y Deporte, que será reemplazado por la controvertida Nadine Dorries, conocida sobre todo a raíz de su participación en un programa de telerrealidad.
Donde no se cumplieron los pronósticos fue en la continuidad de la ministra del Interior, Priti Patel, al frente de su departamento, después de que su “mano dura” con la inmigración y con sus propios subordinados haya sido cuestionada desde muchos sectores.
Patel sigue, al igual que lo hace el hombre a quien todos miran como futuro rival de Johnson por el liderazgo “tory”, el ministro de Economía, Rishi Sunak.
Johnson cuenta con ellos, pero sobre todo con mantener alta su popularidad entre el electorado, para revalidar su poder en 2024. EFE