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De las calles de Bogotá desaparecieron los limpiadores de carros que se rebuscaban en los semáforos el sustento diario, y ahora ese lugar lo ocupan ciudadanos afectados por la cuarentena obligatoria por el coronavirus que esperan sobrevivir a la crisis desinfectando vehículos particulares.
En el occidente de la capital del país, un grupo de profesionales independientes, sin empleo por la emergencia nacional, ofrece a los conductores el servicio de limpieza para automóviles cuyo precio ronda los 1.000 y 5.000 pesos.
“Nos encontramos, por el tema del aislamiento, realizando un programa de emprendimiento de desinfección en la vía pública de vehículos”, dijo Anderson, un abogado independiente que desde hace una semana inició con sus amigos esta iniciativa.
Según él, con su emprendimiento pretenden ayudar a los ciudadanos de la ciudad a cumplir los requerimientos sanitarios y de bioseguridad impuestos por el Gobierno para controlar la propagación del virus.
Vestidos con trajes antifluido y equipados con contenedores de fumigación, desinfectan bicicletas, motocicletas, taxis, vehículos particulares, camionetas, cabinas de algunos furgones y volquetas, detalló el líder de la iniciativa.
El equipo de Anderson aprovecha el cambio de semáforo para invitar a los “conductores a una jornada de desinfección” en la que limpian parcial o profundamente las zonas de los vehículos expuestas al contacto.
El proceso es rápido y en menos de diez minutos los hombres desinfectan el interior y la superficie de los carros, y rocían a los conductores con el producto no tóxico.
Al principio de la cuarentena, que comenzó el 25 de marzo, las instituciones públicas desarrollaban este tipo de jornadas en zonas comunes para evitar que los contagios, que en la capital ya alcanzan los 5.008 casos, se siguieran propagando.
Sin embargo, cada vez es más común encontrar en varios puntos de Bogotá ciudadanos a los que la crisis los obligó buscar nuevas formas de ingresos y para quienes es imposible quedarse en casa cumpliendo del aislamiento preventivo.
De un poco más de 20 millones de trabajadores colombianos, al menos 11 millones viven de la informalidad, un gran obstáculo durante la pandemia para los hogares que sobreviven sin ingresos fijos mensuales.
“Yo soy abogado profesional y teniendo en cuenta que en estos momentos el Consejo Superior de la Judicatura tiene paralizados los términos, el abogado independiente no tiene mucho que hacer”, agregó Anderson.
Con su compañero, un ingeniero mecatrónico, Anderson espera ampliar el negocio y diseñar instrumentos más sofisticados, como una cabina de desinfección que funcione con aspersión o luz ultravioleta, que les ayude a sobrevivir al coronavirus que ya deja 14.216 contagios en el país. EFE