Un equipo internacional de astrónomos dirigido por la Universidad de Cambridge con la colaboración de la Universidad de Ginebra ha conseguido medir, por primera vez, el movimiento interno de las llamadas “galaxias-bebé”.
Los expertos utilizaron las 64 antenas del radiotelescopio ALMA, situado a 5.000 metros de altitud en los Andes chilenos, para observar dos pequeñas galaxias nacidas 800 millones de años después del Big Bang, hace unos 13.000 millones de años, informó hoy la Universidad de Ginebra en un comunicado.
Analizando la luz recogida a través de ALMA, estos científicos pudieron determinar su distancia exacta y conocer el movimiento interno del gas que ha alimentado su crecimiento a lo largo del tiempo.
Los resultados, publicados en la revista Nature, muestran que se arremolinan alrededor de su centro del mismo modo que lo hace la Vía Láctea.
El descubrimiento permite suponer que el gas contenido en estas galaxias giraba alrededor de su centro, al igual que en las galaxias adultas resultantes de su fusión y crecimiento.
“Es una sorpresa, creíamos que estas primeras galaxias eran muy turbulentas a causa de las frecuentes fusiones entre ellas y el caos ocasionado por la explosión de supernovas, muy numerosas en ese momento”, aseguró el profesor asociado al departamento de Astronomía de la Facultad de Ciencias de la UNIGE, Pascal Oesch.
“Sin embargo resulta que estas galaxias ya estaban relativamente ordenadas a pesar de haber aparecido tan pronto en la historia del Universo”, añadió Oesch.
Los astrónomos creen que estas galaxias, cinco veces más pequeñas que la nuestra, pudieron crecer rápidamente para convertirse en adultas, informa Efe.
El descubrimiento abre una puerta a la investigación de la formación y evolución de las galaxias a lo largo de los primeros mil millones de años después de la formación del Universo, un período todavía poco conocido por los astrónomos.