Colombia tiene un nivel de actividad sísmica importante debido a su complejidad geológica, por ello, se han diseñado distintas estrategias para mitigar el impacto de los movimientos telúricos. Una de ellas es velar por la calidad de las edificaciones, asegurando su sismo resistencia, aspecto que está contemplado en el Reglamento Colombiano de Construcción Sismo Resistente NSR – 10.
De acuerdo a Ricardo Mora, gerente de Planeación Estratégica de CNK Consultores “en la construcción de un inmueble se debe asegurar que la cimentación y estructura cumplan con los parámetros legales y los diseños aprobados por el supervisor técnico del proyecto”.
Sin embargo, estos no son los únicos factores que según la Norma NSR – 10 se deben tener en cuenta en el diseño de una edificación sismo resistente. Se deben incluir también los denominados Elementos No Estructurales, es decir, los acabados y elementos arquitectónicos y decorativos, instalaciones hidráulicas y sanitarias, instalaciones eléctricas, instalaciones de gas, equipos mecánicos, estanterías e instalaciones especiales.
“A los elementos no estructurales como fachadas, cielorrasos o enchapes muchas veces no se les da la importancia que tienen, pese a que en sismos son causantes de más muertes por su desprendimiento que la caída de los edificios” señala Mora Ramírez. Por ejemplo, en un movimiento telúrico los muros y enchapes de fachada podrían caer y poner en peligro a los transeúntes, por ello, en el momento de realizar su diseño se deben tener en cuenta elementos como adhesivos y morteros de relleno o revoque; también debe considerarse los efectos que la temperatura o cambios de humedad puedan generar en el soporte.
Asimismo, los vidrios del inmueble podrían romperse por deformación del marco que los sostiene, lo que podría evitarse dejando holguras dentro del montaje o empleando materiales como vidrios templados. Por su parte, los cielorrasos, enchapes y muros interiores que no estén debidamente instalados o ajustados podrían volcarse, partirse o desprenderse, acarreando un riesgo para las personas.
Tal es el caso del terremoto de Armenia en 1999 en el cual fallecieron alrededor de 1.900 personas; este movimiento telúrico tuvo también impacto en Bogotá, donde en el Centro Comercial Andino se desprendieron losas de mármol que hirieron a varios transeúntes. Por su parte en el terremoto de Popayán en 1983 dejó un saldo de casi 300 muertos, 7.500 heridos y más de 10.000 damnificados. En ambas catástrofes se evidenció que la interacción de los elementos no estructurales con las estructuras generó graves daños en las edificaciones y por lo tanto fue uno de los factores que más muertes ocasionó.
Por ello, la Norma NSR – 10 estipula que una compañía de supervisión técnica debe verificar que la construcción e instalación de los elementos no estructurales se realice de acuerdo a los planos y especificaciones correspondientes.
Aplicación de la Norma
Ricardo Mora señala que la normatividad con todas sus actualizaciones es lo suficiente estricta y lo más importante es su aplicabilidad a las condiciones y necesidades de Colombia. “Esperamos que no pase mucho tiempo para que las empresas y las personas puedan contar con la certificación que la norma pide en donde avala que se tienen los conocimientos y la experiencia para ser supervisores técnicos” agrega.
No obstante, señala que el reto está en mejorar el control para garantizar la aplicación de la Norma vigente, en lo que las compañías de supervisión técnica juegan un rol fundamental “Nosotros hemos aprendido de países como México y Chile que tienen condiciones sísmicas similares a las nuestras. Sin embargo, nos falta mucho por aprender de mecanismos de control al igual que metodologías eficientes de sanciones y reparaciones” finaliza.