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Alemania se adentró este miércoles en su segundo “confinamiento duro”, con comercios no esenciales y colegios cerrados, para tratar de atajar la pandemia, que dejó en las últimas 24 horas casi un millar de muertos, la mayor cifra registrada.
El país europeo que durante la primera ola apareció como modélico en su respuesta sanitaria y económica al coronavirus, se muestra desde hace semanas incapaz de aplanar la curva de contagios pese a las crecientes restricciones, en parte por las dificultades del Gobierno central y los regionales para consensuar medidas.
La canciller alemana, Angela Merkel, consideró en una sesión de control al Gobierno en el Bundestag (Cámara baja), que la covid-19 es “el mayor reto social y económico” que ha atravesado la Unión Europea “desde su fundación”.
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El país más poblado de la UE ha comunicado 27.728 nuevos casos en las últimas 24 horas -cerca del récord de 29.875 del pasado viernes- y 952 muertes, según el Instituto Robert Koch (RKI), que sitúa las cifras absolutas en 1.379.238 contagiados y 23.427 fallecidos.
Desde este miércoles -y como mínimo hasta el 10 de enero- todos los comercios en Alemania, salvo alimentación y farmacias, se suman al ocio, la cultura, el deporte y la restauración, que suspendieron su actividad en noviembre. Las colas en las puertas de los establecimientos han sido la excepción más que la norma en un contexto anímico y económico que invita poco al consumismo.
Colegios y guarderías, que el Gobierno alemán se puso a principio de curso como prioridad mantener abiertos, también se han visto forzados a suspender las clases presenciales.
Además, se ha restringido el consumo de alcohol en espacios públicos, se recomienda no viajar en absoluto -ni dentro ni fuera del país-, así como trabajar desde casa, y las reuniones se han limitado a cinco personas de dos domicilios (sin contar a los menores de 14 años).