Las contraseñas personales, ubicuas hoy en día en páginas web y servicios digitales, son un sistema de autenticación imperfecto, poco eficiente y con un riesgo elevado, pero sin embargo su facilidad de uso y la ausencia de alternativas viables harán que sigamos dependiendo de ellas durante mucho tiempo.
Existentes desde la antigüedad aunque de uso generalmente restringido al ámbito militar durante muchos siglos, las contraseñas pasaron a formar parte del día a día de una gran parte de la población con la eclosión del ordenador personal en las décadas de 1980 y 1990, algo que se incrementó todavía más con la llegada de internet a los hogares y dispositivos móviles.
El correo electrónico, las redes sociales, las cuentas bancarias, los servicios por suscripción… si tal y como recomiendan los expertos en ciberseguridad se tiene una contraseña distinta para cada plataforma, estas pueden ascender con facilidad a las varias decenas.
“Lo peor que tienen las contraseñas es la reutilización, y es algo que vemos mucho. De hecho, es lo normal, resulta raro encontrar gente que use más de una contraseña”, explicó en una entrevista con Efe Troy Hunt, creador del portal “Have I Been Pwned?”, que permite a los internautas comprobar si sus datos personales han sido filtrados online.
Los expertos coinciden en señalar la reutilización de la misma clave en varias plataformas como el mayor riesgo de las contraseñas, ya que si los piratas informáticos logran acceder a una cuenta, podrán replicar el mismo proceso en todas las demás. EFE