El que está quieto se deja quieto, o sino que lo diga este hombre que se llevó su merecido por molestar a una tortuga mordedora.
Al ser sacada del agua esta tortuga le hizo honor a su nombre y le dio una lección al hombre y al que incluso trató de atacarlo en varias oportunidades en las manos.
Al parecer el hombre subestimó sus capacidades de ataque y al acercársele demasiado fingiendo darle un beso se llevó más que eso del animal.