Sergio Fajardo, candidato a la Presidencia de Colombia, dibuja diagramas al explicar su idea para reconciliar al polarizado país y reducir la profunda brecha entre ricos y pobres: generar una cultura ciudadana apostando a la educación.
Con un bloc de papel siempre a su alcance, el doctor en matemática de 61 años y de abultado pelo entrecano aspira a suceder al presidente Juan Manuel Santos con sus ideas para lograr una sociedad más inclusiva.
“Desde muy temprano desarrollé una convicción personal de luchar para que en nuestra sociedad, lo que para mí ha sido un privilegio, sea un derecho (…), la capacidad de darle como sociedad a toda persona una educación”, dijo el académico, que dictó clases por 25 años, en entrevista con Reuters.
Mientras Colombia busca consolidar la paz sellada con la guerrilla de las Farc, Fajardo cree que la educación es la única manera de aprovechar el potencial de la economía en el posconflicto. Muchos colombianos apenas saben leer y escribir, lo que limita sus oportunidades, dijo el candidato, en un país donde el acceso a la educación terciaria está muy restringido.
Fajardo, que asegura ser un postulante independiente, tiene una visión social progresista pero a nivel económico es más ortodoxo. En las encuestas oscila entre el segundo y tercer lugar en las preferencias, detrás del favorito Gustavo Petro, un izquierdista que fue alcalde de Bogotá y guerrillero de joven.
Además tendrá que medirse con el derechista Iván Duque, un senador apoyado por el expresidente Álvaro Uribe, y al exvicepresidente Germán Vargas Lleras, de centroderecha.
“No cabemos dentro de ninguna de esas clasificaciones. Yo creo que es una forma de la política distinta en pleno siglo XXI”, dijo Fajardo, asegurando que su movimiento es de origen cívico y por fuera de los grandes partidos políticos.
Aunque muchos no lo ven como un candidato tradicional por su costumbre de vestirse con jeans y sin corbata, ya fue gobernador del departamento de Antioquia y alcalde de su capital Medellín, la segunda ciudad más importante del país. Y su candidatura tiene el apoyo de algunos partidos de la izquierda.
Para muchos colombianos, Petro y Fajardo son la cara moderna de la política en un país muy conservador que siempre ha sido gobernado por partidos tradicionales. Para otros, representan las políticas que devastaron la economía de Venezuela.
Incluso Fajardo ha llegado a ser descrito por rivales como un “lobo con piel de oveja” que oculta su tendencia de izquierda bajo una fachada de candidato independiente.
“Eso es falso, es mentiroso, es tramposo”, replicó un irritado Fajardo.
En Colombia un abismo separa a ricos de pobres. Y desde que Santos comenzó a negociar en el 2012 con las FARC para acabar con un conflicto de más de cinco décadas, surgió también una profunda división entre los que querían el acuerdo y los partidarios de acabar militarmente con la guerrilla.
“Soy la persona, en el proyecto político que nosotros representamos, que tiene la capacidad hoy en Colombia para reconciliar”, afirmó Fajardo. “Las otras alternativas significan que Colombiavuelve a la confrontación”.
Fajardo, padre de dos hijos, admitió que uno de sus retos si gana será impulsar una economía debilitada en los últimos años por la caída en los precios del petróleo.
El candidato dijo que se necesita una nueva reforma tributaria concertada para reducir impuestos a las empresas y ampliar la base impositiva eliminando exenciones. Fajardo, que proviene de una familia acomodada, propone que las personas más ricas contribuyan más a la recaudación de impuestos.
Su plan económico también incluye una reforma del sistema de pensiones sin aumentar la edad de jubilación, crear 1,5 millones de empleos e impulsar la productividad.
Una de sus ideas para financiar su plan es arrebatarle a la corrupción anualmente unos 3.000 millones de dólares -el uno por ciento del Producto Interno Bruto- impidiendo la participación de políticos en los procesos de contratación estatal, informa Reuters.
“El primer impuesto que se paga en Colombia es la corrupción. Un peso que le quitemos a la corrupción es un peso que va a la educación”, concluyó el político que tiene como compañera de fórmula a la senadora del Partido Verde Claudia López, la primera legisladora abiertamente lesbiana.