Leer “Cien años de soledad” es entrar en un mundo encantador narrado en imágenes, afirma el escritor colombiano Conrado Zuluaga, quien considera la novela más universal de Gabriel García Márquez como la mejor en lengua española después del Quijote.
“Es de un encanto, de una atracción y una seducción terribles. Entonces todo el que lo lee se mete de cabeza, puede que arranque con mucha reserva y con mucha distancia, pero en la página cinco o seis ya va de cabeza”, afirma en una entrevista con Efe a propósito de los cincuenta años de la publicación de “Cien años de soledad”.
Zuluaga, uno de los mayores expertos en la obra de García Márquez, destaca la capacidad del Nobel de Literatura de 1982 para narrar en imágenes la saga de los Buendía, “es decir, él en vez de contarnos una cosa que sucede, con las palabras cotidianas que usamos todos los días, nos inventa una imagen o nos pone un adjetivo que nos deja sembrados ahí”.
Se dice que García Márquez tardó 18 meses en escribir la novela, pero para Zuluaga es posible que las columnas periodísticas que el autor publicó en sus inicios en los diarios El Universal, de Cartagena, y El Heraldo, de Barranquilla, sean “una especie de borrador de ‘Cien años de soledad’ escrito con 20 años de anticipación”.
Según explica, cuando todavía era un joven universitario, un amigo le regaló un compendio de unas 60 u 80 columnas de esa época, “y al leerlas empecé a ver que ahí había cositas que luego estaban en ‘Cien años de soledad'”, afirma.
Recuerda que la primera vez que apareció un fragmento de la novela fue en el diario El Espectador, “un año antes de que apareciera el libro, y si usted compara la versión de un año antes con la versión definitiva del capítulo, encuentra unos cambios de adjetivo prodigiosos”.
“‘Cien años de soledad’ es la mejor novela en lengua española después del Quijote”, dice rotundo, y añade que desde entonces no se ha escrito nada comparable porque “eso no se da por generación espontánea, no surge cada 20 años”.
Al comentar la estructura de la obra, Zuluaga, también académico que actualmente trabaja en el Proyecto Gabriel García Márquez del Departamento de Lenguas Modernas de la Universidad de Colorado en Denver (EE.UU.), reconoce que no es un libro fácil.
“‘Cien años de soledad’ es una novela que tiene una gran riqueza de personajes” que hace que para “un lector descuidado” sea “imposible digerir más de una página al día”, manifiesta el escritor, quien reconoce que a él mismo le agobió cuando la leyó por primera vez.
Muestra de esa riqueza son los Arcadio. “Por ejemplo, a uno le dicen: ‘¿todos se llaman José Arcadio?’ No, pues uno se llama José Arcadio Buendía; el segundo, José Arcadio; el tercero, Arcadio; el cuarto, Arcadio José; el quinto se llama José Arcadio Segundo. No hay dos nombres repetidos”, explica.
Para el escritor, la novela, a la que define como “la epopeya de un pueblo”, es “una historia terriblemente triste” en la que “cada personaje lleva una tragedia encima, pero al mismo tiempo tienen tantos rasgos de humanidad esos personajes que lo impulsan a uno seguir adelante o a volverlo a leer, ese es el encanto”, reseñó Efe.
“Macondo es Aracataca, pero Macondo también es Barranquilla, hay escenas al final de la novela que en la vida real sucedieron en Barranquilla, pero Macondo también es Colombia, pero Macondo puede ser cualquier parte del mundo”, sentencia.