A la política le sigue faltando ética, transparencia y representación de intereses y necesidades.
Hacer más, decir menos, que la ilusión también alcance a los más listos.
Ausencia de liderazgo efectivo, corrupción, nepotismo y carencia de incentivos para atraer a personas capaces, motivan la figura de mediocres sin habilidades o logros, sin destacamento y cuya falta de resultados saltan a la vista.
A la política le sigue faltando ética, transparencia y representación de intereses y necesidades, se desenvuelve en campañas y gobiernos dirigidos, muchas veces, por quienes no han logrado objetivos, no inspiran equipos, no delegan adecuadamente, no toman decisiones informadas o no se adaptan a los cambios, son: “gerentes de asuntos sin importancia”.
En términos generales, “al que le caiga el guante…”, el problema del reclutamiento nos remite a designar en actividades específicas a personas que no aportan valor, no cumplen con sus responsabilidades o no contribuyen de manera positiva a la situación o el objetivo en cuestión.
Un gerente encargado de asuntos de menor relevancia o impacto en comparación con otros aspectos más críticos de la dinámica, se supone tiene valor, “todos somos útiles”, sin embargo un simpático “bueno para nada”, quiere que se le pague por existir, por respirar y está sobre valorado solo por él y su capacidad de jactarse y adular.
Aguantar el mercado emocional de un escenario mezquino, adverso y hostil como el de la política, demanda paciencia y habilidades, se paga el aguante, la disposición y lo que mal califican como lealtad, casi siempre alquilada, ahora bien, se ha perdido la confianza, ¿tras meses de sacrificio, hambre y trabajo sin pago, como recompensar, sino con burocracia?.
Profesionalizar, hacer exigible más talento que la inteligencia artificial, romper paradigmas y dar atractivo a la política para que interese a los que nunca la han vivido, hacen parte del reto, “hay cargos que solo sirven para que quien los ostenta tenga trabajo”.
Por: Freddy Serrano Díaz
Estratega Político.