No hay vida política sin escándalo, generar noticias buenas o malas hace parte del cotidiano show al que nos hemos acostumbrado.
Lamentablemente no hay vida política sin escándalo, generar noticias buenas o malas hace parte del cotidiano show al que nos hemos acostumbrado, el asunto complejo es que los límites, ya no tienen límite.
Pareciera que nuestros líderes, los elegidos y los que aspiran, resultan de la nada involucrados en escenarios turbulentos que surgen de imprevisto, en realidad distantes de prever contextos incómodos evitables cuando la estrategia irrumpe.
Hacer política no evita guerras, supone defensas correctas, inesperadas, sorprendentes, pues los escándalos se planifican y gestionan a través de la estrategia, parte del precio de acceder al poder.
No basta con ser inocente, culpable o responsable de algo, una acusación o señalamiento hacen de las suyas, es parte del juego donde la mejor defensa se asocia a la personalidad de un proyecto político y la seguridad de un interlocutor; la consecuencia éntre lo que se piensa, se dice y se hace… “hay que ser, hay que parecer”.
Habrá siempre noticias reales y falsas, relevantes o intrascendentes, serias o cargadas de espectáculo, saber contar y saber responder hacen parte del don comunicacional.
Ojalá no estemos perdiendo nuestra capacidad de asombro, es claro, siempre habrá ataque y defensa, pero el veredicto está en manos del juez… el ciudadano.
Ante los polémicos anuncios que se suelen dar desde o fuera de un gobierno, espero no hayamos perdido la dignidad, ojalá el cinismo deje de hacer mella, simple: “cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.
Por: Freddy Serrano Díaz
Estratega Político