Voces de la comunidad científica internacional y organizaciones ecologistas como Greenpeace, consideran insuficientes las garantías de seguridad.
Japón comenzó a verter en el Océano Pacífico agua contaminada procedente de la accidentada planta nuclear de Fukushima tras ser tratada para retirarle la mayor parte de residuos radiactivos, un proceso que estará supervisado por expertos internacionales para garantizar su seguridad.
Estas son algunas de las principales cuestiones acerca del vertido, al que han procedido las autoridades japonesas tras recibir el visto bueno del Organismo Internacional de la Energía Atómica, pero que sigue contando con el rechazo de la industria pesquera nipona, de organizaciones ecologistas y de China, entre otras voces.
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¿De dondé viene el agua contaminada?
Durante la crisis nuclear desencadenada por el terremoto y el tsunami de 2011 la operadora de la planta comenzó a inyectar agua marina en los reactores para enfriar el combustible atómico y evitar una catástrofe mayor.
A ello se suma el agua de lluvia y de los acuíferos subterráneos que durante todos estos años ha penetrado en los edificios dañados de los reactores.
Todas estas aguas resultan contaminadas tras entrar en contacto con los materiales altamente radiactivos dentro de los reactores, y son luego extraídas y tratadas para retirarles la mayor parte de los radionucleidos, y almacenadas en grandes tanques en el recinto de Fukushima Daiichi.
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¿Por qué va a tirarse al mar?
En la central se acumulan unos 1,34 millones de toneladas de agua contaminada y procesada en más de un millar de bidones, una cantidad que continúa aumentando de forma diaria. Tokyo Electric Power, la operadora de la planta, estima que el espacio para albergar nuevos tanques en las instalaciones nucleares se agotará en 2024.
Ante este problema de espacio, y con la perspectiva de “limpiar” de residuos radiactivos la zona que ocupa actualmente la central a largo plazo dentro del proceso de desmantelamiento, las autoridades japonesas estudiaron distintas opciones para deshacerse del agua contaminada.
Japón se inclinó por el vertido controlado por considerarla la opción más viable y más segura frente a otras de más complejidad técnica y que, según los expertos, conllevaban además mayores riesgos, como la infiltración subterránea o su vaporización.
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¿Quién vigila la seguridad del vertido?
La operadora de la planta toma distintas muestras del agua procesada en distintas fases del sistema ALPS y antes de su descarga al mar. Estas muestras serán analizadas por la propia TEPCO y también por la OIEA, que cuenta con un instalaciones propias en Fukushima Daiichi para supervisar todo el proceso.
Se tomarán asimismo muestras de agua marina, algas y peces y sedimentos marinos en distintos puntos alrededor de la central, situada en primera línea de costa, antes y durante el vertido. Estas muestras serán analizadas por TEPCO, el regulador nuclear nipón, la OIEA y laboratorios independientes de otros países.
TEPCO cuenta asimismo con protocolos de seguridad para distintos escenarios que incluyen terremotos, tsunamis, tifones o fallos del sistema de procesado, en los que se activaría un cierre automático de las canalizaciones o se procedería a su cierre manual para evitar que aguas excesivamente contaminadas fueran a parar al mar.
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¿Quién se opone a esta medida?
La Federación Nacional de Cooperativas Pesqueras mantiene un firme rechazo al plan del vertido. Su principal argumento es que la medida impedirá que los pescadores de Fukushima puedan librarse del estigma radiactivo que pesa sobre sus capturas desde 2011.
También se han posicionado contra el vertido parte de la sociedad nipona, voces de la comunidad científica internacional y organizaciones ecologistas como Greenpeace, que consideran insuficientes las garantías de seguridad presentadas.
Algunos países vecinos han expresado también inquietud o protestado por el vertido, entre los que destaca China, que ha apuntado a un posible endurecimiento de sus restricciones a los productos pesqueros nipones. El territorio autónomo de Hong Kong ha prohibido las importaciones de este tipo de una decena de prefecturas japonesas.
EFE