El menor es una de las voces más importantes del activismo ambiental latinoamericano.
El niño activista climático Francisco Vera se encuentra en Ginebra, donde ha sido recibido por el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, con quien ha discutido sobre la importancia de que se escuche lo que los más jóvenes tienen que decir sobre los derechos medioambientales y el cambio climático.
Vera, que solo tiene trece años y reside desde hace dos en España, es una de las voces más importantes del activismo ambiental latinoamericano y ha sido nombrado recientemente como defensor juvenil del medioambiente y la acción climática por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Su visita al Palais Wilson de Ginebra, sede de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, coincide con el 75.º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la carta magna que establece las bases de la igualdad y de los derechos de los que todo ser humano debe gozar.
“Con la Oficina de Derechos Humanos hemos realizado una serie de acciones de divulgación y acciones en el territorio, como siembras de árboles para reivindicar el derecho humano a un ambiente sano”, dijo Vera, momentos antes de su encuentro con Türk.
Desde el rol que ha asumido, el activista espera poder animar a más jóvenes y adolescentes a alzar sus voces y a transformar sus territorios, no solo en el ámbito estrictamente medioambiental, sino ante cualquier situación de injusticia.
“Pretendo llamar a los jóvenes a que levanten sus voces, se unan a los movimientos climáticos y sigan exigiendo estas peticiones que llevamos realizando desde hace mucho tiempo”, comentó.
“Es una necesidad. No solo porque cada vez somos más vulnerables al cambio climático, sino también porque este crea entornos de malnutrición, violencia y vulneración de los derechos de los niños, sobre todo en los países del hemisferio sur”, aseveró.
“No solo somos víctimas, también somos agentes del cambio que pueden participar y dialogar”, concluyó Vera, que reconoció que los adultos están a menudo centrados en causas diferentes a la climática.
“No ponen por encima la raíz del problema (…), sino otros intereses, como los económicos o el beneficio de unos pocos sobre el bienestar de la mayoría de la población que sí está sufriendo el cambio climático”, lamentó.
El activista le ha entregado al alto comisionado austriaco una copia de la Declaración Conjunta por la Eco-Esperanza, un manifiesto que elaboró junto a sus compañeros del movimiento “Guardianes por la Vida”, que fundó en 2019 junto a otros seis niños y niñas colombianos.
Vera vive actualmente en Barcelona y espera poder volver algún día a Colombia, donde la seguridad de los activistas ambientales está bajo amenaza.
“Su sueño es ser presidente de Colombia”, admite con orgullo su madre, que le acompaña en Suiza.
EFE