No existe un arma más efectiva para mantener a raya la carga de la enfermedad en una población, y así reducir el riesgo de mortalidad, que el diagnóstico temprano. Y para el caso del cáncer de pulmón cumplir con este mandato es esencial, ya que no solo es el segundo cáncer de mayor ocurrencia tanto en hombres como en mujeres –después de los más comunes en cada género (de próstata para los hombres y de mama para las mujeres)– sino que, de acuerdo con cifras recientemente registradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2020 esta enfermedad fue la principal causa de fallecimientos por cáncer en el mundo (1’800.000 muertes de 2’210.000 casos diagnosticados) y está entre las 10 causas que más enfermaron a los habitantes del planeta en el período comprendido entre 2000 y 2019.
En Colombia se registran aproximadamente 6.800 casos de cáncer de pulmón cada año, y cerca de 6.000 muertes están asociadas a esta patología, según los datos consignados en Globocan 2020.
“Lo más difícil con este cáncer es que permanece asintomático durante mucho tiempo de su evolución y que nuestra cultura tiende a creer que las enfermedades existen solo cuando aparecen síntomas. Por ello urge un debido tamizaje que cubra a todas las personas con factores de riesgo para desarrollar la enfermedad”, expresa el internista y neumólogo José Luis Blanco, miembro de la Asociación Colombiana de Neumología y Cirugía de Tórax, Asoneumocito.
En el marco del día internacional de la lucha contra el cáncer de pulmón, una vez más se encienden las alarmas ante una preocupante situación que se acentúa en el país y sobre la que el doctor Blanco se manifiesta con contundencia: “Lastimosamente, los pacientes están llegando a la consulta con cáncer de pulmón en estadio IV, la fase más avanzada de la enfermedad. Incluso están apareciendo casos en los que ni siquiera es posible hacer estudios de diagnóstico porque el paciente sencillamente no los tolera. Un porcentaje cercano al 80 % llega en esta condición. Eso quiere decir que para siete a ocho personas que requieren ser atendidas por esta causa las posibilidades de tratamiento son extremadamente reducidas debido al avance de su enfermedad”.
Esto se corrobora con las estadísticas de la CAC 2021, las cuales indican que el 76% de los casos fueron diagnosticados en estadio IV, es decir en una fase metastásica o muy avanzada, cuando las posibilidades de curación son supremamente difíciles.
El doctor Blanco reflexiona sobre la importancia de la detección temprana, pues “sucedería todo lo contrario si el diagnóstico se diera en etapas iniciales o asintomáticas. En esas fases es posible la curación completa de la enfermedad y devolverle la calidad de vida al paciente”.
A esta preocupante realidad se suma que los casos van en aumento en el país, tanto en hombres como en mujeres, y que cada vez se detecta en población más joven. Aunque la causa más conocida atribuible a la aparición de un cáncer de pulmón es el tabaquismo y la exposición al humo del cigarrillo de manera pasiva, también resulta alarmante que se estén confirmando más casos de personas –sobre todo en mujeres– que nunca han sido fumadoras o no han estado expuestas a este riesgo. Es decir, su denotación se origina en otras causas. Sin embargo, para el contexto colombiano estas aún no son claras. En el país no existen estudios de largo plazo o metaanálisis que especifiquen las causas propias del ecosistema colombiano que puedan estar incrementando el diagnóstico del cáncer de pulmón.
Desconocimiento del entorno colombiano
Luego de identificar vacíos en la ruta de atención para una identificación temprana de esta enfermedad, Asoneumocito, Odds Epidemiology y la Fundación Salud Querida se unieron para adelantar el trabajo científico Factores de riesgo para desarrollar cáncer de pulmón en el contexto colombiano orientado a identificar revisiones sistemáticas a nivel mundial y a identificar estudios primarios realizados en Colombia, que puedan evidenciar los factores de riesgo para cáncer de pulmón aparte del tabaquismo.
“Se ha detectado una particularidad y es que Colombia no presenta el mismo comportamiento epidemiológico de otros países como los europeos o Estados Unidos; pese a que el tabaquismo continúa siendo la causa principal, claramente existen otros factores en nuestro entorno detonantes de la enfermedad. Eso es lo que tenemos que investigar y basar la línea de detección temprana en dichos datos”, explica el especialista.
Contrario a la situación que se presenta en el país, en el análisis no se encontraron estudios científicos primarios que permitieran clarificar otros factores de riesgo del cáncer de pulmón en el país, aparte del tabaquismo. Motivo por el que una de sus conclusiones más importantes se centra en que es necesario –y de manera inmediata– intensificar la actividad científica en este campo.
“La detección temprana del cáncer del pulmón a través del debido tamizaje debe ir más allá de las personas expuestas al tabaquismo, ya que se infiere que otras condiciones propias de la región Andina, tales como la exposición a la combustión de la biomasa para generar energía calórica y la presencia de gases como el radón podrían estar dando origen al aumento de los casos de cáncer de pulmón en el país; pero estamos en mora de hacer un estudio robusto que lo confirme y que determine nuestras propias condiciones o causas para la aparición de esta enfermedad (discriminadas por cada región) sobre las cuales se soporte la ruta de detección temprana y la atención oportuna”, agrega el doctor Blanco.
“Creo que este estudio que realizamos es una gran ventana de oportunidad que tanto la academia como las sociedades científicas, el sistema de salud y el Gobierno nacional podrían aprovechar para que las estadísticas cambien y se puedan tratar los casos a tiempo en el propósito de lograr la cura y que la persona vuelva a recuperar su vida su útil para sí mismo, para su familia y para su comunidad”.
Uno de los aspectos que más resalta el especialista en neumología y miembro de Asoneumocito, en este contexto es que en Colombia tenemos acceso a las opciones de tratamiento más avanzadas e innovadoras para este tipo de cáncer, las cuales están al nivel de los países más desarrollados del mundo.
Desde la fundación Salud Querida, señala Catalina Quintero, su directora científica: “Nos unimos para generar conciencia sobre la necesidad de identificar a las personas que puedan tener un mayor riesgo de cáncer de pulmón y para mejorar las oportunidades de diagnóstico oportuno con el fin de promover una atención integral que garantice la supervivencia de los pacientes”. La investigación ajustada a nuestro país nos permitirá actuar de un modo expedito para los pacientes, señaló.
“La detección oportuna del cáncer de pulmón en el país requiere una fase que yo llamaría de búsqueda de pacientes potenciales que puedan tener la patología, y eso se hace a través de esquemas de factores de riesgo que conduzcan a vincular al paciente a un programa como el que se adelanta en muchos países, cuya herramienta o punto de partida es la realización de una tomografía de tórax de baja densidad (con una dosis ajustada para disminuir la cantidad de radiación que se le administra al paciente) que permita detectar tempranamente las diferentes lesiones que pudiera tener, derivadas de los factores de riesgo y realizar su respectivo seguimiento puntualizó el médico especialista José Luis Blanco.
Vapeadores, la nueva amenaza
El acto de fumar o de aspirar el humo de cualquier tipo de tabaco o derivado del cigarrillo es el factor de riesgo principal para el desarrollo del cáncer de pulmón. La lucha contra el tabaquismo en el mundo ha sido infructuosa pese a estar más que comprobado que es el detonante de por lo menos 4.000 enfermedades, entre ellas las mayores asesinas de millones de seres humanos cada año.
No obstante, el consumo del cigarrillo continúa rampante y en las últimas dos décadas ha buscado nuevos caminos para conseguir o mantener más adeptos: vapeadores y cigarrillos calentados o electrónicos. Se estima que el mercado de estas alternativas de consumo de nicotina, que erróneamente se han vendido como benévolos mientras producen placer, ha crecido un 700 % en los últimos tres años.
Pero, para nuestro asombro y angustia, ya se empiezan a revelar las consecuencias fatales de esta práctica. Aunque no se han culminado aún estudios robustos y de largo plazo sobre sus efectos en la salud, ya se empiezan a develar los primeros casos de enfermedad pulmonar o respiratoria crónica asociados al consumo de vapeadores y cigarrillos calentados.
La American Cancer Society (ACS), por ejemplo, ha publicado que estos dispositivos contienen formaldehído, una sustancia causante de diversos tipos de cáncer. También descubrió que algunos cigarrillos electrónicos indican no contener nicotina, pero al estudiarlos en laboratorio encontraron que sí tenían este componente.
En 2019, en los Estados Unidos se presentó un brote de lesiones pulmonares asociado al consumo de cigarrillos electrónicos y vapeadores, aunque no se pudo establecer la causa específica de aparición de dichas afecciones. Lo que sí se pudo comprobar es que el 90 % de las personas registradas en este brote consumían vapeadores y cigarrillos electrónicos, razón por la cual la ACS hizo un enérgico llamado a que las personas se abstuvieran de usar este tipo de dispositivos hasta no tener claramente definidos sus alcances, mediante un estudio científico.
En definitiva, los vapeadores y similares se están considerando ya como la nueva amenaza para el desarrollo de patologías pulmonares crónicas, como la EPOC y la enfermedad intersticial respiratoria, asociadas de manera directa con la aparición de cáncer de pulmón.
“Nosotros como Asoneumocito rechazamos de manera tajante el consumo de este tipo de dispositivos. La estructura del cuerpo humano no está constituida para aceptar estas prácticas y por ello se consideran nocivas para los seres humanos. Pese a que se han vendido la idea de que no causan daños al consumidor, la composición de estos dispositivos evidencia que sí pueden ocasionarlos al contener sustancias tóxicas para el organismo y porque finalmente se está consumiendo humo, aunque el porcentaje de nicotina sea menor que el de los cigarrillos convencionales. No se deben consumir como alternativa al tabaco”, manifiesta el doctor José Luis Blanco, quien agrega que es fundamental incluir a la población usuaria de estos dispositivos en los tamizajes para la detección temprana del cáncer de pulmón.