Al final del recuento, Lula se quedó a menos de dos puntos (4,7 millones de votos) de un triunfo en primera vuelta, pero la victoria tuvo un cierto sabor amargo.
El exgobernante brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el actual mandatario, Jair Bolsonaro, se disputarán la Presidencia el próximo 30 de octubre en la segunda vuelta de las elecciones, después de haber quedado a muy corta distancia en los comicios de este domingo.
El resultado de la primera vuelta –Lula 48,3 % y Bolsonaro 43,2 %– fue mucho más ajustado de lo que anticipaban los sondeos de intención de voto, que situaban al expresidente 14 puntos por encima del líder de la ultraderecha e incluso contemplaban la posibilidad de que pudiera rebasar la mitad de los votos.
Al final del recuento, Lula se quedó a menos de dos puntos (4,7 millones de votos) de un triunfo en primera vuelta, pero la victoria tuvo un cierto sabor amargo por la inesperada demostración de fuerza del bolsonarismo tanto a nivel nacional como regional.
Recomendamos leer: Elecciones en Brasil transcurren con normalidad en sus primeras horas
SONRISAS Y CARAS SERIAS
Tras conocerse los resultados, un Lula sonriente afirmó que ganará en la segunda vuelta y mostró confianza en que regresará a la jefatura del Estado que ostentó entre 2003 y 2010.
No obstante, consciente de que el triunfo fue más ajustado de lo esperado, Lula lo puso en perspectiva y recordó lo ocurrido en 2018, cuando siguió las elecciones desde la cárcel, condenado por corrupción.
Recomendamos leer: Putin, tras la anexión: “Somos más fuertes porque estamos juntos”
“Para valorar lo de hoy hay que recordar lo que estaba ocurriendo hace cuatro años. Yo era visto como si fuera un ser humano fuera de la política”, dijo Lula.
Bolsonaro, en cambio, atendió a la prensa en Brasilia con gesto serio, reconociendo que existe una “voluntad de cambio” en el electorado, aunque manifestó confianza en la victoria el 30 de octubre.
Una de las incógnitas en la jornada era si el líder de la ultraderecha reconocería el resultado en el caso de no ganar los comicios, después de haber liderado una campaña sistemática para cuestionar la fiabilidad del sistema electoral.
Al comentar los resultados, no los puso en duda ni volvió a atacar al sistema electoral, pero sí aprovechó para reiterar su desconfianza en las encuestas.