Algunos pensarían que cambiar la política y la democracia supone más tecnócratas, expertos, apasionados, versados o estudiosos en cada una de las áreas, situación que no necesariamente se traduce cuando de elegir a los integrantes del Consejo Nacional Electoral se trata, el espacio propicio para que algunos partidos reencauchen derrotados de las elecciones a congreso.
No es que queramos poner en tela de juicio la idoneidad profesional, ética, técnica o intelectual de un “quemado” en las urnas, de hecho están en todo su derecho de aspirar, pero cabe preguntar; ¿es acaso el órgano rector de la democracia el espacio ideal para dar un premio de consolación?, ¿No se necesita acaso además de pragmatismo, idoneidad y experiencia, escoger a un anti político para que represente mejor los intereses de un partido?, ¿por que poner a responsables de campañas fallidas a terciar en el aparato electoral?, y después preguntan, ¿por qué disminuye la intención de voto de algunos partidos en cada elección?.
Pues bien, lejos de situaciones particulares, somos respetuosos de la disciplina y organización interna de los partidos, que bueno sería que en el CNE haya gente nueva, profesionales que hayan ejercitado el derecho electoral, con experiencia democrática más que política, verdaderos expertos en la materia de defender los votos y no de conseguirlos, esta última instancia que no se compadece incluso con ciudadanos que no lograron el objetivo de hacerse elegir.
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El CNE no debe funcionar como una bolsa de empleo para aquellos que “fracasaron con todo éxito”, debe acudir al mérito y a la diversidad política que representa nuestra democracia y los partidos, el CNE debe hacer respetar la participación de los colombianos ante un registrador que pasaría de ser jefe supremo a hacer caso en lo que indica esta organización colegiada, representante de las mayorías en el congreso.
Más allá de reformas a un aparato electoral de los más completos y a la vez complejos de américa latina, cada partido político desde ya debe estar pensando en el reclutamiento de sus representantes ante el CNE, abogados, NO políticos, NO derrotados, estudiosos, rigurosos, respetables, con experiencia y sin otro compromiso que el de salvaguardar la democracia.
A pocas horas de la posesión de este congreso, el de hoy, el saliente consejo electoral seguía deliberando las incontables quejas presentadas por el escrutinio del 13 de marzo y resolvió las mismas casi que con los ojos cerrados, la elección presidencial no tuvo auditorías, las diferencias numéricas del preconteo de congreso y el escrutinio establecieron un mapa de duda entorno a la organización electoral y así más cosas, es esa la razón por la que hoy, el gusto de apelar al amiguismo y al compadrazgo no es una opción para los partidos que tienen derecho a designar uno de los nueve integrantes del CNE.
Con la elección del nuevo CNE, Colombia y su democracia deben cambiar, ojalá los partidos escojan bien, apelen al mérito y dejen de lado la marrullería.
La idea es que se de forma transparente e incuestionable se determinen nueve personas entre hombres y mujeres que le pongan orden a la política institucional en materia electoral, en Colombia no manda ni elige un Registrador, en Colombia el funcionario de la Registraduría hace y dispone lo que el CNE planifica, define y direcciona.
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“Cuando algunos partidos entiendan cuan importante es el CNE, dejarán de pensar en el repechaje de los derrotados que bien pueden aspirar de nuevo o buscar otra opción laboral, menos compleja y difícil que la de hacer y regular Elecciones”.
Con UTL, secretarías, designaciones diplomáticas, prestaciones de servicios o cargos directivos al interior de los partidos, bien puede abastecerse la solicitud de los que quieren politizar el CNE y así avanzamos por el camino correcto, conseguir que en lo que queda del periodo de Alexander Vega, de la mano de los nueve nuevos consejeros, se construya más confianza entorno a las elecciones que todos esperamos.
Por FREDDY SERRANO DÍAZ
Consultor y Estratega Político