Del patio de su casa al éxito, emprendedor llena Colombia de ‘snacks’ sanos

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Juan Bernardo Rivas empezó a confitar 3 kilos de maní en el patio de su casa como una medida desesperada ante una situación económica difícil, hoy, 16 años después, ha conseguido llevar sus “snacks nutritivos” a medio país y son un imprescindible para muchos de sus coterráneos.

“Era un negocio para subsistir”, dijo a Efe Rivas, creador de JB Maní, que nació con apenas unos pesos en el bolsillo e impulsado por la poca fortuna que halló como cultivador en su natal Caucasia, en el departamento de Antioquia, y como conductor de taxi en Bogotá y Medellín.

En su ciclo como campesino, cuando el conflicto armado en su región y la necesidad lo llevó incluso a raspar hoja de coca, la “Viejita”, como llamaban a una mujer encargada de preparar los alimentos a los trabajadores, le enseñó a transformar el maní en productos elaborados.

“Aprendí con ella ese proceso para preparar maní confitado; me dijo que eso me iba a servir para cambiar de vida”, contó el emprendedor.

Según Piedad Rojo, esposa de Rivas y administradora de Productos Alimenticios JB, la empresa evolucionó una vez diversificaron las líneas de “snacks nutritivos”.

Hasta entonces, su actividad la veían apenas como “una fuente de trabajo real” para él y su familia.

Pero un “empírico y visionario”, como describe a Rivas, empezó a tener éxito con el producto que él mismo preparaba y empacaba en esa microempresa en el patio de su casa.

Todo cambió cuando un cliente le sugirió ponerle un nombre e inventar una etiqueta para venderlo en cigarrerías, tiendas y pequeños mercados.

Juan Bernardo Rivas juntó las iniciales de su nombre y una ardilla se convirtió en el logo que hoy aparece en muchas esquinas de Medellín, donde funciona la fábrica.

No se quedó en la capital de su departamento y progresivamente se ha ido extendiendo a Barranquilla, Pereira y Cartagena, ciudades donde su productos de maní, rosquillas, pandebonos y obleas son distribuidos.

“Hemos logrado crecer por tener buena materia prima y no cambiar nunca el sabor de nuestros ‘snacks'”, expresa Rojo.

Para ella ha sido clave mezclar esa materia prima con el buen servicio, la puntualidad y la diversificación de los productos.

“Fuimos paso a paso, mirando lo que nos ha pedido el mercado”, agrega sobre ese proceso de crecimiento que se disparó desde 2012.

Ahora cuentan con 22 empleados y desarrollan una línea más con “snacks” saludables como almendras, pistachos y marañón, que venden en gimnasios y tiendas fitness.

La gran transformación vino cuando eligieron salir de una “zona de confort” con capacitaciones en la Corporación Interactuar, donde con el Método Base de Aceleración Empresarial (MBA), un programa con el propósito de acelerar el crecimiento y consolidación de las empresas.

Gracias a esa formación, “derrumbaron miedos” y comenzaron a realizar cambios administrativos y reestructurar la empresa.

“Empezar a hacer ese tipo de cambios, en especial un cambio mental, nos ayudó a dar otra cara. Dejamos de vernos como un negocio familiar del que subsistimos, ahora somos una empresa con un valor real”, subraya Rojo.

Ella fue quien empezó a aplicar el conocimiento que adquirió, lo que le permitió manejar mejor las finanzas y los recursos humanos, además de trabajar con orden y conseguir una mayor rentabilidad, pues las clases con expertos le “ampliaron la visión” y la llevaron a ser, junto a su esposo, “más proactivos”.

“Cuando empezamos sólo trabajamos con tres kilos de maní; en la actualidad estamos vendiendo entre 7 y 10 toneladas mensuales”, sostiene la administradora de “Productos Alimenticios JB”, una empresa que empezó metiendo sus ganancias en una pequeña alcancía: “eran apenas monedas”.

Ahora, en la entrada de la fábrica, el desfile de vendedores es amplio, pues los “snacks” de la ardilla también mueven la economía de otras familias que los venden en semáforos y peajes, entre otros puntos.

“Nunca pensé que podíamos impactar a tantas personas, son muchos los que viven de vender este maní”, termina Rojo. Efe